Un artículo de Rafael Rodrigo Navarro
Que cálido resulta hacer ciencia. Leer pausadamente esa
revista de coloridas, brillantes imágenes. Junto a una chimenea que nos
calienta mientras chisporrotea juguetona.
Poder concentrarse en la palabra y en el razonamiento.
Sentir el profundo placer de entender y soñar. Porque eso es
la ciencia: un sueño que hace volar al
pensamiento.Ampliar los horizontes del
conocimiento. Crear hipótesis, plantear un experimento, comprobar la
verdad o la falsedad de lo pensado.
Qué cálido resulta hacer ciencia. Junto a una chimenea que
expande tibieza mientras respeta el silencio necesitado.
Qué agradable resulta dedicarse a la ciencia. Tienes la
palabra y se te otorga el tiempo para enseñar. Tienes
el conocimiento y se te dan oportunidades para incrementarlo. Se te da un podio
y eres admirado en tu altura que algunos
llaman grandeza.
Pero eso es todo. Y nada más.
El conocimiento que nos
otorga la ciencia no es la sabiduría. Es apenas una pequeña parte de
esa sabiduría que buscamos desde que somos conscientes de habitar un mundo inabarcable.
La sabiduría no se aprende en un cálido recinto, ni con una
placentera ensoñación que nos hace crear hipótesis. La sabiduría
hace que sintamos frio y vértigo y desazón y miedo. Se trata del conocimiento de la otra parte de la luna.
El que no se ve. El que surge y
permanece en nuestra parte oculta, el inconsciente. Que nos provoca con
intuiciones, que nos desgarra con sobresaltos de consciencia, que nos arroja una
y otra vez fuera de la zona de confort, que nos emplaza a la lucha, a una brega
sin fin.
Nace la sabiduría de una
percepción global de la vida. No deja nada en el tintero, nada en el razonamiento, nada en la acción
por realizar. A la sabiduría no le está permitido simplificar, dejar fuera de
su consideración lo que nos es molesto, dificultoso o árido.
Esto convierte su consecución en un camino duro, lento, angosto, que no
obstante, dicen, lleva a la salvación.
Desde la sabiduría, la ciencia a pesar de su grandilocuencia resulta
demasiado simple, parcial, manipulable, provisional, efímera, demasiado
distorsionante de la completa realidad. No se opone a la ciencia. Todo lo
contrario, le da sentido. La coloca en su lugar. Deja a la vista la fatuidad de
quienes la confunden con la visión global de la vida. Llama a la humildad.
Destruye el pensamiento totalitario, combate la ambición y descubre la
inseguridad mentirosa del poderoso.
La sabiduría incluye en sus análisis la indagación sobre el
bien y sobre el mal, por ello resulta compleja, y orienta la vida a la
consecución del bien que atisba. La
sabiduría tiene en cuenta a la muerte
como parte de la realidad de la vida.
¡ Qué incomoda es la sabiduría!
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