EL AMOR COMO SEDICIÓN

(CONTINUACIÓN)

Este y otros hechos, recogidos de manera desdibujada en los evangelios, con momentos de tensión e incluso violencia por los que presumiblemente fue acusado, enjuiciado de manera sumaria y  condenado a morir, son decisivos a la hora de comprender a Jesús de Nazaret y su mensaje, pues significa que o bien fue realmente un líder violento que utilizó las armas para tratar de conseguir sus fines político-religiosos ( de lo que habría que deducir que su imagen fue  modificada por el proceso de deificación que se llevó a cabo con posterioridad  y del que hablaremos más adelante) o, puesto que predicó con claridad la necesidad del  amor como elemento esencial y estructural de la sociabilidad del ser humano, tendríamos que concluir que fue precisamente la práctica de esta cosmovisión la considerada verdaderamente atentatoria contra el poder, hasta el punto que éste último reaccionó acusando a  Jesús y a sus seguidores del delito de  sedición, por tanto equiparables en la práctica  a personas armadas en un intento de toma de poder, cuando en realidad se trató de un movimiento intencionalmente pacífico aunque ciertamente revolucionario. Lo cierto es que de la misma manera que la formulación de la cosmovisión del amor como fundante de lo humano no era algo nuevo en la historia de la humanidad, tampoco lo fue la reacción del poder militar, político y religioso de su tiempo, en Jerusalén y en  Roma.
Los  evangelios,  tal como los conocemos, son relativamente posteriores a la figura histórica de Jesús de Nazaret y fueron escritos tras la  proclamación de la divinidad del mismo. Al  hacerse canónicos, es decir, oficiales a  finales del siglo primero y segundo, llevaron posiblemente a la desaparición de textos que se les oponían demasiado directamente (3). La divinización de Jesús (Jesucristo) significó a su vez una división entre sus seguidores  y una diáspora de quienes no estuvieron de acuerdo con  esta consideración del mismo. El cristianismo, conformado a partir de entonces como una religión, entró de lleno en la dinámica de competir por a ser la religión verdadera, lo que muestra una vez más lo importante que es para algunos la posesión de la verdad  y no la  búsqueda de la verdad en sí.
Lo que más debió impresionar a los seguidores de Jesús de su misma generación  fue el hecho de cómo  y por qué un rabino trabajador artesano, de origen popular,  predicador, desarmado, había sido objeto de semejante reacción política por parte del Sanedrín Judío y  el Gobernador romano.

Los evangelios relatan que sólo Jesús fue detenido y condenado, mientras no lo fueron ninguno de sus numerosos seguidores. (4)  Se trata de un caso semejante al que con posterioridad, ya en el siglo XX, ocurrió con Mahatma Gandhi  (1869-1948) a quienes las autoridades británicas hicieron en varias ocasiones  responsable de los tumultos que se producían con la predicación de la doctrina de la no-violencia activa, es decir, comprometida.

Lo que Gandhi pretendía en este caso, basta leer sus escritos y no verse en la necesidad de especular sobre un pasado como ocurre con Jesús de Nazaret, era una meta mezcla de liberación personal,  vuelta a una convivencia social de carácter ético y por tanto amoroso, y la liberación de su pueblo o nación de un dominio extranjero. En Gandhi, por tanto, también subyacía a sus creencias religiosas familiares de inspiración jainista y a sus concepciones  políticas sobre la India de principios del siglo XX,  una cosmovisión del amor en mucho semejante a la de Jesús de Nazaret. Él  mismo en su autobiografía comenta la profunda impresión que le produjo  la lectura de algunos pasajes del Nuevo Testamento.

Lo cierto es que, en el caso de Gandhi y también probablemente en el caso de Jesús de Nazaret, la violencia popular se produjo, en un momento u otro, como reacción a la dominación política, policial, militar y demás  formas de poder al servicio de las potentes oligarquías, en un caso  inglesas e indias y romanas y judías en el otro, debido a una toma de conciencia del pueblo a partir de la  predicación de la ética y el amor como fundamento de acción social. De lo que se deduce que antes o después la cosmovisión del amor confronta al poder establecido por el estado por una vía que si bien no puede ser adjetivada de violenta, tampoco  resulta neutra o desprovista de la misma, aunque no esté en la mente ni en la intención de quien la pone en práctica tal violencia.  Así pues, ni Mohandas Gandhi ni presumiblemente Jesús de Nazaret cogieron arma alguna y no obstante ambos fueron condenados por sedición, si bien sus respectivas muertes, como todos sabemos, tuvieron diferentes desenlaces.

En ambos casos hubo  falsas acusaciones al atribuir una intención de violencia inexistente a quienes trataron de promover cambios en las escalas de valores de sus sociedades respectivas (revolución), pero de la que el poder necesitó culparles para conjugar el  peligro de su propia disolución ante una cosmovisión, la del amor, que resulta incompatible con sociedades jerarquizadas, estructuralmente desiguales  y violentas, que llegan a hacer del dinero un fin en lugar de lo que es, un medio. En una palabra, opresoras.  Pero también se opone  a todos aquellos que justifican su existencia y ocupan cargos en una jerarquía tal. Son estos, susceptibles al caso, los primeros en detectar su presencia, la de la cosmovisión del amor, para combatirla.

Hay quien se pregunta si realmente la cosmovisión de Jesús de Nazaret estuvo orientada a la  rebelión con armas frente al poder de ocupación por los romanos. Para aclarar este punto conviene tener en cuenta lo relatado por Flavio Josefo  y ocurrido sólo unos años después: diez mil  zelotes, seguidores de Eleazar ben Simón fueron crucificados acusados de sedición y posterior rebelión. La acusación se fundó en que efectivamente en este caso hubo un claro  levantamiento en armas. Pero existió un origen común: la opresión sobre el pueblo de Israel,  si bien el intento de solución tomó caminos claramente divergentes.

La práctica de una ética basada en la igualdad, la justicia y el amor en el contexto de  una sociedad organizada  en torno a contravalores resulta a todas luces peligrosa. Lo cual indica a su vez que formamos en el momento actual parte de una sociedad inviable a causa de la mentira como medio para obtener ganancias,  la subyugación y explotación de los semejantes, la falta de ética en la elaboración de leyes y un criminal ejercicio del poder que se atreve entre otras cosas  a condenar a sus oponentes, esto es a tratarlos como criminales. Y la actitud que caracteriza a quienes forman este tipo de sociedad es la de agredir a aquellos que  puedan  hacer evidentes sus contradicciones.

Ahora bien, dado que la descripción de Jesús de Nazaret que ha llegado hasta nosotros por los Evangelios, los Hechos de los apóstoles, el Apocalipsis y otros escritos todos ellos redactados bien iniciado ya su proceso de divinización y por tanto de acomodación al poder, hemos de concluir que apenas sólo algunos rasgos responden al Jesús real, por lo demás mal calificado de fundador del cristianismo. Lo que hace su proceso de divinización es oscurecer algunos de sus rasgos más significativos, ya que Jesús fue capaz en cuanto ser humano, aunque ciertamente no haya sido el único, de descubrir la existencia del amor como fundamento y  componente  principal  de las relaciones entre semejantes.  

Poner al amor en el vértice de la escala de valores significa trascender la religión asociada al poder, la política basada en la falta de libertad y el constreñimiento del estado, así como la militarización de la sociedad que manipula el sentimiento de defensa inherente al ser humano. Estamos hablando de una revolución, puesto que queda trastocada por completo la escala de valores actualmente dominante y por tanto toda su organización social.

Jesús  de Nazaret  trascendió la religión judía con su cosmovisión del amor y paradójicamente acabó como modelo de una  nueva religión. Por su parte Mahatma Gandhi renegó de la violencia y no obstante es considerado padre de la patria de la  India actual: desigual, militarista, organizada en torno a los valores del  capitalismo.  Pero este tipo de paradojas  nos indican que el poder  está presto a manipular para anular cualquier atisbo de  verdadero cambio.  

La divinización de Jesús de Nazaret, por lógica, no pudo empezar en vida de sus discípulos directos. Es por ello que muchos escritores atribuyen a Pablo de Tarso la creación de la religión cristiana. (5) Estamos ante un hecho que se dio a partir de la segunda o tercera generación, quienes no conocieron ya a Jesús de Nazaret de manera directa.

También sabemos por los Hechos de los apóstoles que los seguidores de Jesús formaban comunidades, es decir grupos sociales en los que junto con la propiedad privada coexistía la propiedad comunal, con una orientación semejante a la iniciada por los esenios siglos antes que Jesús  conocía, y con quienes probablemente convivió durante un tiempo. Sin embargo algunos autores interpretan el hecho de que sus seguidores vivieran en comunidad de bienes como una consecuencia de su convencimiento sobre la inminente llegada del mesías judío y por tanto el fin de los tiempos.
Sin embargo sabemos por la historia que el vivir comunitariamente según los principios de una economía en equilibrio entre bienes comunales y privados, en el marco de un mercado basado en la libertad y la igualdad, con  un reparto justo de la plusvalía obtenida por la colaboración y trabajo conjunto, no es ni una originalidad  de los esenios ni de los primeros cristianos ni de ninguna agrupación humana en concreto, sino la manera de proceder más común en la organización de la sociedad humana a lo largo de la historia, a pesar de las apariencias, hasta que fue menguando e incluso desapareciendo debido a su  incompatibilidad con las economías de sociedades fuertemente  jerarquizadas, militarizadas e imperialistas. Economías mercantilistas en un principio y  posteriormente capitalistas.  

Lo que resulta cierto es que algunas de estas comunidades seguidoras de Jesús , aproximadamente medio siglo más tarde, empezaron a creer en  su resurrección y a esperar su segunda venida lo que dio un sentido diferente (escatológico) a la propia organización de la comunidad,  incluida  la puesta en común de  bienes. No es lo mismo considerar la fraternidad la mejor manera de funcionar desde el punto de vista social y comunitario  que hacerlo por temor a ser juzgados negativamente al final de los tiempos. Por la misma razón cambió  la conducta relacional entre los seguidores de Jesús cuando pasaron a creer en el Mesías y posteriormente en  la venida del Hijo de Dios  o  la doctrina de la Santísima Trinidad, formulada ya por autoridades religiosas. (6) 

La creencia en la divinidad de Jesús jerarquizó rígidamente a las primeras comunidades cristianas introduciendo variaciones en el trato entre sexos y, como hemos dicho, entre los creyentes en general. De hecho  las únicas comunidades cristianas de vida en la actualidad, es decir que comparten bienes, llamadas también órdenes monacales o religiosas son las privativas de hombres y mujeres que necesitan de los votos explícitos de pobreza, castidad y obediencia entre otros, lo que indica que  la fraternidad necesaria se entiende como algo externo, un mandato de carácter religioso que no insiste ya en el amor relacional como núcleo básico de la socialización humana. 

En el caso del cristianismo, uno de los elementos constitutivos para bien y para mal de la llamada cultura de Occidente, se da la complejidad de haber convertido a un reo de la justicia romana, es decir a una persona de carne y hueso acusado de transgredir la ley, en Dios. Como dice el profesor Antonio Piñero Saenz ( 1941…), profundo conocedor del proceso histórico  de divinización de la figura de Jesús de Nazaret, ello ha dado lugar a una teología peculiar que se ha visto obligada a no separar conceptualmente el espíritu de la materia y por tanto a considerar al amor como componente estructural de lo social , rompiendo así la dualidad entre materia y espíritu, cuerpo y  alma, que otras teologías no han tenido obstáculo en proclamar. Por la misma razón,  esta teología se ve obligada a hablar de transformación del ser humano, de la sociedad y del mundo en su conjunto, en la que la organización social en términos de poder y dominación constituye un camino equivocado, erróneo, un contravalor abocado a un apocalipsis purificador, a un caos transformador.

Una teología que proclama que Dios  padeció y murió en la cruz como sedicioso en manos de los poderosos de este mundo siempre ha tenido y tendrá el germen de lo revolucionario. Así pues la cosmovisión del amor no  consigue, hoy por hoy, ser totalmente anulada ni  por religiones al  servicio del poder, ni por el poder mismo con sus encarcelamientos o invasiones armadas. Es por ello que  casi todas  se han visto obligadas a elaborar una casuística  seglar o teológica enormemente confusa, necesitada de neologismos y cambios de significados en las palabras, para ocultar el hecho de que su Dios fue  ajusticiado por un poder que ellos mismos encarnan y representan. Civilización, la occidental, sublime  mientras mantuvo la cosmovisión del amor, pero hoy, por desgracia, en decadencia.

La cosmovisión del amor trasciende la religión con sus anatemas y al estado con sus guerras de dominación y por ello conlleva conductas ajenas a todo poder y sin embargo  viables en un mundo relacional  humano. Más aún, son precisamente  estas conductas las más acordes con la biología,  puesto que en ella la jerarquía y la violencia  aparecen subordinadas a la necesaria atracción mutua y a la coordinación de las conductas con las de sus semejantes con miras a una convivencia saludable y a una adaptación al medio.  Con más razón debe ser así en el caso de la naturaleza humana que define a esta fuerza equilibradora del individuo y aglutinante del grupo social como amor. Equilibrio precario que se rompe en cuanto faltan en las relaciones humanas  algunos de sus componentes fundamentales: la justicia,  la ayuda mutua, la capacidad de compartir, el esfuerzo por la mejora de sí mismo y  de los  demás,  la valentía en la búsqueda y proclamación de la verdad, etc. El problema radica, como han hecho notar numerosos pensadores, cuando este equilibrio biológico se rompe y la situación del ser humano no se asemeja siquiera a la del mundo animal, pues la regresión no sigue un camino trazado previamente, sino que se convierte en una serie  de saltos en el  vacío entre los que se incluye la posibilidad de extinción del ser humano tal como lo conocemos. (7)   

Lo que queda demostrado en  los textos sobre Jesús de Nazaret  y su muerte en la cruz, es que el poder establecido, el de la religión y el estado,  no tolera que existan relaciones sociales basadas en el amor,  pues luchar por la justicia y la igualdad equivale a porfiar contra ellos, buscar  su desaparición.

La naturaleza humana está constreñida por el poder de unos pocos de manera que muchos problemas que nos planteamos no tienen solución en el  contexto de esta sociedad  organizada  en torno a contravalores.    

Dice  Mario J. Saban, autor citado, que casi todos los  dichos  e incluso discursos de Jesús de Nazaret que aparecen en los evangelios están literalmente escritos con textos  de la Torá judía. Por otro lado, los expertos hablan de la hipótesis de una fuente “Q” que daría razón de lo  añadido en los  evangelios de Lucas y Mateo que no aparece en el evangelio de Marcos que es el más antiguo. Se podría llegar a pensar incluso que la figura de Jesús de Nazaret  es completamente mítica de principio a fin. Y efectivamente lo es, pero no precisamente en lo que respecta al personaje histórico sino a sus imágenes posteriores.  A los textos de la religión cristiana le sucede lo que es común a muchos textos de la antigüedad, religiosos o políticos, que la historia narrada ha sido construida a partir de máximas de sabiduría previamente recopiladas, que al ponerlas en boca de alguien crean  un personaje que a su vez se va enriqueciendo con hechos y discursos relacionados con las sentencias iniciales. Los  personajes, incluso cuando son deificados, en cierta manera resultan secundarios.
Para nosotros, como hemos argumentado desde el inicio, el hecho fundamental en el caso del rabino  Jesús de Nazaret, así como de tantas otras personas, mujeres y hombres a lo largo de la  historia, es que han sido condenadas como sediciosas, algo que sigue ocurriendo en la actualidad precisamente por predicar la necesidad de un cambio en la jerarquía de valores.  Lo que puede parecer tan abstracto o difícil: la cooperación, la ayuda mutua, el  compartir bienes, la  igualdad de manera que ningún  ser humano pueda ser esclavo de otro ser humano, ni siquiera pretendidamente superior, resulta algo fundamental a nuestra biología. El amor a los semejantes y la búsqueda de la verdad, elementos constitutivos de la sociedad humana presionan desde la biología y el inconsciente colectivo, prestos a sustituir cualquier forma injusta de organización  social  y por tanto destructora de lo humano, por unas relaciones acordes con la libertad y la responsabilidad. Por eso los imperios  y los estados aparecen  como organizaciones sociales con fecha de caducidad.

Cuando, como consecuencia de las persecuciones decretadas por algunos emperadores romanos contra las  comunidades de seguidores de Jesús de Nazaret, y  las posteriormente cristianas,  migraron hacia los límites del imperio la cosmovisión del amor fue aceptada con relativa facilidad por pueblos y naciones de fuera del imperio, lo que significa que sus organizaciones sociales ya contaban  con valores que  se han presentado como propios de la religión. Siendo más exacto decir que ésta venía ya contaminada por causa de su asociación con  los poderes establecidos. La distorsión del mensaje de Jesús de Nazaret, como consecuencia de su proceso de deificación, privó a muchos de lo que en un principio fue su verdadero sentido: trabajar por un ser humano síntesis integral de libertad y responsabilidad.

La ética humana, por tener un carácter intrínsecamente comunitario incluye, además de pensamientos,  manifestaciones conductuales tales como trato amoroso, excusión de odio a sus semejantes, capacidad por entregarse a los demás, trato igualitario, valentía en la proclamación de lo que se considera verdadero, etc… Es  a su vez una lucha por la supervivencia de la humanidad, y  es desde esta perspectiva que hay que elaborar las estrategias para conseguir los cambios necesarios. La capacidad del ser humano de crear relatos mediante el lenguaje lo hace responsable de incidir en su mundo relacional  de manera que llegue a hacer el  bien y a practicar el amor.   

Rafael Rodrigo Navarro
______________________________________


1)Rabí Hillel, el Anciano: (70ac-10dc) Fariseo, conocedor de la Tora y los profetas quien enseñaba en las sinagogas del primer siglo: Creía que había que vivir justamente, con honestidad y humildad, y tratar al prójimo con piedad y compasión, no importando qué tipo de gobierno estuviera presente. “Como quieras que hagan las personas contigo, así haz tu con ellos”. Su filosofía se resumía en tres cuestiones simples: Si no me ocupo de mí mismo, ¿Quién lo hará?, Si me ocupo sólo de mí mismo, ¿Quién soy, Si ahora no es buen momento, ¿Cuándo lo será?   Según la historia, Hillel nació en una familia rica, pero desde joven hizo voto de pobreza. Revolucionó la sociedad diciendo que no había que ser sacerdote para comunicarse con Dios. Mientras muchos  creían en jerarquías para acercarse a Dios, él creía que con sólo estudiar uaba más con Hillel, por eso muchas de sus enseñanzas se asemejaban más a éste, sin embargo en otros temas sus enseñanzas eran radicales como las de Shamai. Yeshua no podía ser identificado directamente con ninguno de los dos, en muchos aspectos en la interpretación de la Torá fue original.  (Escrito por Raúl E. Rivera para  CDV Team) 
_______
(2) Saduceos, también conocidos como zadokitas, son los descendientes del Sumo Sacerdote Sadoq, de la época de Salomó. El nombre de Sadoq significa «justicia» o «rectitud», eran un grupo belicoso, cuyos seguidores eran ricos y poderosos, y que les consideraba groseros en sus interacciones sociales. Sabemos también algo de ellos por discusiones en el Talmud, el corazón del Judaísmo rabínico, fundamentado en enseñanzas del Judaísmo  farisaico. 

Zelotes o zelotas: movimiento político-nacionalista en el siglo I, fundado por Judas el Galileo. Fueron la facción más violenta del judaísmo de su época. Se enfrentaron frecuentemente a otras facciones como los fariseos o saduceos. Su objetivo era una Judea independiente del  Imperio romano mediante la lucha armada tal y como sucedió en la primera guerra judeo-romana del 66-73 durante la cual controlaron Jerusalén hasta que la ciudad fue tomada por los romanos, que destruyeron el Templo y tres años más tarde ocuparon la fortaleza de Masada, el último refugio zelote, tras el suicidio de sus defensores. En el Nuevo Testamento es conocido el capítulo en el que la libertad de Barrabás, un líder zelota preso, es preferida por una muchedumbre  a la de Jesús de Nazaret. Se ha especulado sobre si Judas Iscariote y Simón apodado el Zelota provenían de este movimiento e incluso si Jesús simpatizaba o no con ellos.
Los esenios eran  miembros de una secta judía establecida probablemente desde mediados del siglo II a.C. y cuya existencia hasta el siglo I stá documentada por distintas fuentes. Sus antecedentes inmediatos podrían estar en el  movimiento hasideo de la época de la dominación seleúcida (197 a 142 a. C.). Tras la Revuelta Macabea cuyos resultados finales no compartieron, se retiraron al desierto para preparar el camino del Señor, bajo el mando de un nuevo líder, el Maestro de Justicia. A los que hacían el juramento y entraban en la comunidad se les exigía una vida entera de estudio de la Ley, humildad y disciplina. No volvían a jurar, pues estaban obligados a decir siempre la verdad. Sus bienes pasaban a ser parte de toda la comunidad y, al igual que los frutos del trabajo personal, se distribuían según las necesidades de cada uno, dejando una parte para auxiliar a pobres, viudas, huérfanos, mujeres solteras de edad, desempleados, forasteros y esclavos fugitivos que, sin ser integrantes de la comunidad, requirieran ayuda. Se imponía también la observancia de un estricto código de disciplina, cuya base era la corrección fraterna mutua.  ​Sus seguidores marcharon a Qumrán , que los integrantes de la comunidad llamaron Damasco. La arqueología muestra que la ocupación de Qumrán fue intensa del 103 al 76 a.C. , durante los reinados de Aristóbulo y Alejandro Janeo, quienes persiguieron cruelmente a sus opositores. El esenismo no se limitó a Qumrán. Se sabe que en el  siglo I en Jerusalén había un barrio esenio. Muchos esenios, unos 4000 según Flavio Josefo, vivían en las ciudades de una forma particular, pacifista, en comunidad de bienes, manifestando su doctrina. Según este autor, parte de los esenios no se casaban, pero otros por el contrario sí lo hacían.
______
(3) Parece cierto, aunque no algo central en nuestra argumentación, que Jesús, el nazareno según la terminología de sus primeros seguidores, murió en la cruz  relativamente  joven, sin descendencia. Aunque Mario J. Saban en su libro “El Judaísmo de Jesús “afirma que los rabinos de Israel en aquel tiempo se casaban de manera preceptiva. Así pues carecemos de explicaciones sobre su posible celibato (o viudedad). De hecho si  fuera cierta la tesis de que Jesús provenía de una comunidad esenia, el celibato de Jesús sería la opción más  probable.  OBRA: “EL JUDAISMO DE JESÚS” por MARIO JAVIER SABAN ISBN 978-987-23603-4-4 Buenos Aires 2008


__________________________________


4)  El arresto de Jesús.  Mt. 26. 1-5 Lc. 22. 1-2 1. Faltaban dos días para la fiesta de la Pascua y de los panes ácimos. Los sumos sacerdotes y los escribas buscaban la manera de arrestar a Jesús con astucia, para darle muerte. Porque decían: «No lo hagamos durante la fiesta, para que no se produzca un tumulto en el pueblo».  Mt. 26. 47-56, Lc. 22. 47-53, Jn. 18. 2-11.  Jesús les dijo: «Como si fuera un bandido, han salido a arrestarme con espadas y palos.  Todos los días estaba entre vosotros enseñando en el Templo y no me arrestaron”.


Antonio Piñero,  autor citado parece llegar a la conclusión de que Jesús de Nazaret, si bien no fue una persona violenta, partidaria de las armas, sino un rabino pacífico predicador de la liberación del pueblo judío,  sí fue un dogmático en lo que se refería a que Israel era el pueblo elegido y que el resto de los habitantes de la Tierra debían convertirse al judaísmo para poder formar  parte del Reino de Dios.  De ahí el continuo debate del primer siglo sobre cómo entender el cristianismo para los gentiles.



       ______
      (5)  Tal como narran los  Hechos de los Apóstoles  la persecución que sufre Pablo de Tarso al predicar el evangelio es de algún modo semejante a la persecución sufrida por su inspirador Jesús de Nazaret. Pero en realidad Pablo predica algo nuevo: un Jesucristo resucitado y una organización religiosa de carácter eclesial, lo que no hace el primero, si bien ambos insisten en la necesidad de no obedecer sino a las leyes de Dios, compartir bienes y recurrir a la ayuda mutua entre los miembros de sus comunidades. Ambos se apoyan en ideas en cierto modo revolucionarias, basadas en una jerarquía de valores diferente a las que regían las relaciones entre seres humanos en el Imperio Romano, las cuales se abrieron paso en Europa a lo largo de la  Alta Edad Media con resultado, según el pensador Félix Rodrigo Mora,  realmente innovador: el de la abolición entre otros cambios importantes, del concepto de esclavitud.  

Ambos crearon un conflicto al poder político, religioso y militar establecido; pero mientras Jesús, a partir del  judaísmo, insiste en la cosmovisión del amor y la  necesidad de vivir en comunidad de bienes, Pablo y también su coetáneo Lucas el evangelista,  como consecuencia del proceso de divinización de Jesús, predican la necesidad de obedecer a Dios y  vivir según los preceptos de una  eclesía, presidida por quienes interpretan su voluntad. El caso es que en esta segunda concepción, al describir el trato recibido de Jesús de Nazaret  se  filtra un sentimiento antijudío que carga las tintas en la responsabilidad y culpabilidad del poder político y religioso  judío (pasa a ser de un pueblo elegido a un pueblo deicida), mientras reduce significativamente la responsabilidad  del Imperio Romano en estos hechos.
_______
(6) Los evangelios encierran ya una teología. Lo mismo podemos decir del resto de los escritos del Nuevo Testamento, incluido el Apocalipsis. Al  proponer un Jesucristo resucitado, creencia por otro lado sustentada  a su vez en las creencias farisea y  esenia sobre la resurrección de los muertos, frente a los saduceos, la figura del rabino Jesús de Nazaret sufre una metamorfosis radical pues de ser un hombre, incluso un profeta o un mesías liberador, pasa a ser Hijo de Dios. A pesar de todo, la religión cristiana mantuvo  durante algún tiempo algunos de los aspectos revolucionarios de la cosmovisión del amor, lo que indica a su vez, la imperiosa necesidad que tenemos los seres humanos de interpretaciones de la realidad que resulten globales, holistas, es decir, que  hablen tanto a su inteligencia como a su psique y a la vez a su espíritu.  La cosmovisión del amor es una visión en este sentido global que subordina la confrontación, sin negarla,  a la convivencia  amorosa con la práctica de todos  aquellos aspectos enumerados en el presente escrito  como integradores del concepto del amor.


(7) Humberto Maturana y Francisco Varela: “De Máquinas y seres vivos: Autopoiesis organización de lo vivo”, Ed. Lumen 2003. Estos autores explican la existencia del ser vivo  como el resultado de una fuerza sistémica de carácter universal  que une componentes, por diferentes caminos, dando paso a lo vivo con sus respetivas estructuras determinantes  y determinadas.  En el caso de los seres vivos se da lo que ellos llaman la autopoiesis, es decir la autocreación continua, en el interior de una estructura determinada,  de manera que los componentes primeros son modificados de manera continua ya que el resultado total es mayor que la suma de las partes lo que incide a su vez de forma recursiva sobre aquellos  A su vez cada nueva estructura  sistémica  transforma el medio en un doble sentido: porque se separa del mismo y porque aparecen nuevas interrelaciones tanto entre los elementos que componen su  sistema como entre los sistemas ya existentes y estos y  los nuevos creados a su vez a partir de las disociaciones.

En su visión de lo que es la vida,  las relaciones que aparecen entre los componentes  de la materia viva y entre las estructuras determinadas o  sistémicas de seres vivos, son fundamentales a la hora de explicar la vida que existe o pueda existir. Pero lo más sorprendente de todo es que cuando extrapolan sus conocimientos biológicos sobre las estructuras moleculares, las reacciones tanto internas como externas de  los organismos vivos,  las relaciones de los componentes  en el interior de una estructura dando lugar a su sociabilidad  no dudan en calificarlas de amorosas. Y esto porque sólo las relaciones amorosas, por tanto las relaciones humanas, se basan en dos principios fundamentales para la biología; la libertad y la determinación en forma de  responsabilidad. La consecuencia de la interacción entre estas dos fuerzas es una transformación integradora permanente de los seres vivos y por tanto de los seres humanos.  Autopoiesis, según el neologismo acuñado por  los autores.

      
     
        

No hay comentarios:

Publicar un comentario