Aunque no es
éste el lugar para un comentario completo del libro, sí quiero resaltar que
describe con acierto la larga lucha, ciertamente épica, de estos pueblos contra
el tándem indisoluble de estado-empresa multinacional, la misma que por
desgracia están librando muchos pueblos de la Tierra. Se trata de pueblos cuya
cultura todavía no ha sido completamente destruida de manera general como, sin
ir más lejos, ha ocurrido con las naciones y pueblos de Norteamérica, Asia,
África o Europa cuya única organización política consiste en su disolución
dentro de lo estatal.
Es posible, como
ya hemos insinuado, que a algunos lectores
les cueste comprender que cuando un
pueblo (nación, si preferimos la etimología
y denominación griega) se rige por una escala de valores propia, la
organización estatal les resulte ajena y dañina. Pero así es.
Según el autor del
libro, la organización actual de los pueblos del Cauca colombiano, tras desengañarse del papel del estado tanto
en épocas de paz como en tiempos de guerra, volvieron a formas de organización
política inspiradas, aunque no copiadas literalmente, en sus ancestrales usos y costumbres, en la autonomía
que les proporcionaban sus leyes e instituciones de justicia propias, así como
la recuperación y conservación del
territorio, entendido como propiedad comunal ( resguardos) y por tanto
gestionado por sus electos. Las organizaciones políticas locales, tras
varias denominaciones finalmente recibieron el nombre de cabildos, diferenciándose de los ayuntamientos de inspiración liberal en que no se accede a
ellos a través de partidos políticos
sino mediante elecciones directas de candidatos por barrios o asambleas. Es decir, por ser democráticos frente a la
farsa del estado que presenta candidatos de partidos políticos representantes del pueblo, para ahogar
la democracia local.
Los ayuntamientos, según las constituciones estatales actuales
son estado y no otra cosa, a pesar de su apariencia democrática, de ahí el
bajísimo nivel de participación ciudadana, frente al alto compromiso indígena
con la política.
Hay que tener en cuenta que esta síntesis de pasado y
presente alcanzada en su búsqueda de autonomía
política, ha tenido lugar básicamente durante la guerra que ha
enfrentado a las fuerzas armadas del estado colombiano con las guerrillas, especialmente con las
Fuerzas Armadas Revolucionaria de Colombia (FARC) ,el Ejército de Liberación
Nacional (ELN) y
Ejército Popular de Liberación
(EPL). Durante este tiempo los indígenas del Cauca colombiano, que
inicialmente apoyaron e incluso formaron
parte de la guerrilla, optaron por su total independencia de la
misma y al mismo tiempo que renunciaron a las armas
supieron desarrollar estrategias de defensa propia que resultaron eficaces en
tiempo de guerra. Fueron frecuentes sus
enfrentamientos con las FARC que en lo sustancial se comportaban como el
estado, apropiándose de su comunal, obligando a formar parte de su estructura
militar y secuestrando y matando a
destacados indígenas, mujeres y hombres.
Una de sus estrategias de defensa más importantes ha consistido en
organizar la llamada Guardia Indígena
, conjunto de voluntarios, hoy por hoy desarmados, pero entrenados en
enfrentarse de manera directa con fuerzas opositoras armadas. También forman parte de su estructura
defensiva las asambleas permanentes así como aquellas que forman propiamente su estructura política pero que
son a su vez la fuerza que soporta y
dinamiza a la Guardia Indígena: la
elección directa de los dirigentes de los cabildos según usos y costumbres, la
corrección y si se da el caso, el castigo de delitos según la ética y por tanto
la justicia indígena, etc. Instituciones, que en último término mantienen unido
al pueblo, hasta el punto de que ni el estado ni la guerrilla han conseguido
por el momento doblegarles. En este
sentido es admirable constatar cómo el pueblo responde a la llamada de
sus electos. Un caso singular y hasta cierto
punto único, es la llamada, en un determinado momento, a formar una “montonera”, consistente en presentar una fuerza numérica
de personas, ante la invasión de su territorio, tan grande que llegue a paralizar al enemigo, quien al quedar en aplastante inferioridad, a
pesar de estar armado, opta por negociar. Estas “montoneras” han tenido éxito
básicamente contra la guerrilla y está por ver si serán eficaces frente al
estado.
Cabe destacar que gracias a esta independencia, a pesar de los
constantes ataques armados de guerrilla y ejército, es cómo estos pueblos
indígenas han conseguido recuperar sus ancestrales tierras comunales, organizar
sus cabildos sin la presencia de representantes del estado, y crear una economía propia que respete su
escala de valores por lo que no es necesario atentar contra la igualdad, el
reparto del beneficio de lo comunal y el
cuidado de la naturaleza. Se trata de una manera de entender la economía que
hace posible una supervivencia
lejos de la miseria, y que llega
a un equilibrio entre propiedad privada y propiedad
comunal o común.
Por supuesto que esta resistencia indígena ha ido acompañada
de matanzas y asesinatos de mujeres, niños y hombres
en gran número. Pero lo más
terrible es constatar que con la llegada de la llamada paz entre el estado y
guerrilla, lo que ellos mismos
temían y reflejaban en sus discursos (hacer caminar la palabra) se está
haciendo realidad.
He aquí parte del
texto recibido al que hacía alusión al inicio de este artículo.
“Hace
siete días, el 26 de junio, encontraron los cuerpos torturados de los dos
compañeros guardias indígenas Gustavo Parra y Sebastián Velásquez en La
Delfina, departamento del Valle del Cauca. El 27 de junio, se contaron, en un
periodo menor a 24 horas, dos líderes sociales asesinados Julio Sucerquia y
José García en el municipio de Ituango, en Antioquia, donde la represa sigue
estrangulando al río Cauca. El 28 de junio, fue asesinado el líder campesino
Carlos Idrobo en la zona de El Patía, al sur del Cauca.
El 29
de junio, en el departamento de Córdoba, fue asesinado el líder campesino Iván
Lázaro mientras dormía en su casa. Ayer, 2 de julio, fue asesinado el concejal
Gabriel Correa del municipio de Buenos Aires, en el norte del Cauca. Hoy
despertamos con la noticia de una nueva masacre en Argelia, departamento del
Cauca. Se encontraron siete cuerpos con tiros de gracia en una de las vías de
la zona rural del municipio. Pocos días antes, se difundió por el municipio un
panfleto firmado por un grupo armado que anunciaba una “limpieza”. Para
rematar, en horas de la tarde, mientras transmitían el partido de fútbol de la
Selección Colombia, asesinaron a dos líderes sociales: Felicinda Santamaría en
el Chocó y Luis Barrios en Atlántico.
Hacemos
este recuento porque creemos que a veces le es difícil al país dimensionar las
magnitudes de la violencia. Porque sabemos que los nombres de los líderes
asesinados serán sepultados por la rotunda indolencia de la sociedad
colombiana. Las cifras aumentan, el dolor persiste y las problemáticas sociales
permanecen. Las comunidades indígenas de Çxhab Wala Kiwe somos conscientes de
los cambios que sufre el país y el camino de destrucción que impone el nuevo
gobierno nacional. Aunque todavía no ha tomado posesión el presidente electo,
por el territorio nacional ya se extiende en la práctica el discurso de odio
que tiene tanta resonancia entre el paramilitarismo no desmovilizado.
El
pasado 1° de julio circuló por el norte del Cauca y el sur del Valle un nuevo
panfleto firmado por las Águilas Negras en el que amenazan de muerte a las
autoridades indígenas y líderes de Miranda, Corinto y Pradera, utilizando el
mismo lenguaje ya conocido, acusando a las comunidades de ser un obstáculo para
el desarrollo; en esta ocasión, el proyecto político-electoral MAIS y sus
integrantes también fueron blanco de amenazas, siendo señalados con el invento
retórico del “castrochavismo”. Sin lugar
a dudas, los enemigos de la vida se sienten hoy empoderados, respaldados y
legitimados.
Con
este panorama, entendemos que el país se encuentra en el inicio de un proceso
de recrudecimiento de la violencia, caracterizado por la persecución armada a
los sectores sociales, populares y alternativos, facilitados por la silente
complicidad de los medios masivos de comunicación. Unido a esto, se termina de conformar
un bloque político cuyo objetivo es lograr “hacer trizas” los acuerdos de paz
de La Habana, que desde ya está tomando decisiones que desmoronan las
posibilidades de cerrar el capítulo más largo del conflicto en Colombia.

Para
seguir leyendo el texto completo:
Así pues, la firma de la
paz con la guerrilla de las FARC
de inmediato aparece como lo que es, una
trampa para los indígenas. Ahora el
estado, libres las manos, intentará asentar el
golpe de gracia a quien realmente
es su enemigo: el pueblo organizado, autónomo y libre. Tratará con
todos los medios de recuperar el terreno perdido en estos años de
enfrentamiento con la guerrilla. Como intuyen los indígenas, ahora el complejo estado-capital multinacional-ejército,
se empleará a fondo en arrebatarles las tierras comunales, para lo que llaman
sus fines de progreso.
El temor a que los
indígenas organizados en cabildos autónomos hubieran podido dificultar su enfrentamiento con la guerrilla se ha
disipado, de manera que la
paz se convertirá para ellos ahora en una
guerra de extinción.
En un mensaje cifrado en junio de 2016, la
Consejería Mayor del CRIC formada
a partir de las movilizaciones de 121 cabildos autónomos de diez pueblos
indígenas comentaba en un comunicado: En
los diferentes medios masivos de comunicación, servidores de las políticas gubernamentales del Cauca y Colombia,
continúan con su estrategia de desprestigio contra las comunidades que se encuentran en minga (en
movilización colectiva y en llamada a la ayuda mutua) por el territorio y la
autonomía.
“Tenemos también información sobre infiltración por el
Ejército de Liberación Nacional ELN, en algunos puntos, especialmente en el
Choco, algo en el Cauca, en el norte de Santander y dos puntos muy puntuales en
el Cesar”.
Señalamientos
del Ministro de Defensa Luis Carlos Villegas, igualmente, el Ministro de Agricultura Aurelio
Iragorri de manera irresponsable señaló que la movilización es motivada por el
ELN.
Entre tanto, en la
mañana de hoy 07 de junio del 2016, el presidente de la republica Juan Manuel
Santos ha manifestado por los medios de comunicación que “no nos va a temblar la mano para hacer
respetar el derecho del resto de los Colombianos” estas declaraciones sin fundamento, ponen en alto peligro la
integridad física y cultural de los pueblos indígenas, campesinos y afros que
se encuentran en minga por los derechos colectivos de las comunidades. CONSEJERIA MAYOR, MINGUEROS DE LOS 121 CABILDOS Y 10 PUEBLOS
INDÍGENAS, CONSEJO REGIONAL INDÍGENA DEL CAUCA (CRIC)
Así pues podemos concluir diciendo que mientras se destruyen con total cinismo, crueldad y desfachatez organizaciones humanas, pueblo,
pueblos, todavía existentes en América, África, Asia o Europa, desde estas y otras partes del mundo las llamadas
fuerzas progresistas pretenden
crear realidades sociales semejantes que sabemos más justas y humanas.
Desde despachos políticos, cátedras universitarias y medios de comunicación, etc. se habla, de cómo hacer evolucionar al capitalismo y cómo
seguir haciendo del estado un ente proveedor de lo social
más perfecto, cada vez más democrático, así como una sociedad más justa. Un imposible. Un engaño, puesto que decir estado democrático constituye una contradicción en los términos.
La sociedad podrá ser democrática, el estado no. Por ello el
estado con su jerarquía de valores entre los que dice estar la defensa del
pueblo, si quiere existir deberá estar subordinado, sometido, a una ética, a una justicia y a una organización política popular, aquella
que no tiene como prioritaria la ilegítima acumulación privada de capital y la dominación económica, política y militar.
Así pues, la
destrucción a la que asistimos de pueblos autónomos, libres, especialmente de
aquellos cuya organización política y económica se ha distanciado o se distancia
del capitalismo y no obstante ha probado su valor de supervivencia durante
siglos, es el síntoma evidente de que nos
regimos por una escala de valores bastarda, irracional y profundamente
patológica que tenemos la desfachatez de llamar progreso.
Rafael Rodrigo Navarro
Prova (a veure si es publica bé). Copie una de les teues darreres frases.
ResponderEliminar'escala de valores bastarda, irracional y profundamente patológica que tenemos la desfachatez de llamar progreso'
Hola Rafa.
ResponderEliminarCertament és interessant tot el que planteges.
Com ja et comentava, crec que hi ha algunes premisses en els teus plantejaments sobre les que caldria reflexionar.
Si desqualifiques el conjunt de la societat nostra i només salves de la crema alguns pobles que no han generat estats com els que tenim... em sembla que estem autocondemnant-nos a l'ostracisme.
És evident que cal ser crítics amb el que tenim, però, com et comentava, el mateix liberalisme té vessants revolucionàries, transformadores i ètiques que cal tenir en compte. Com també tot el que va sorgir de la seua ala democràtica i republicana: el socialisme llibertari o els moviments autogestionaris... crec que no podem menysprear les pròpies contradiccions -positives- de la nostra societat i non podem prescindir de la realitat d'un estat al qual reclamem serveis socials, atencions als marginats i, sobretot, que faça front als poders multinacionals...
Salut i una abraçada.