martes, 7 de junio de 2022

 


HISTORIA DE LA PROPIEDAD COMUNAL

COLECCION «ADMINISTRACION Y CIUDADANO» 

ESTUDIO PRELIMINAR POR ALEJANDRO NIETO INSTITUTO DE ESTUDIOS DE ADMINISTRACION LOCAL MADRID, 1981

 I. S. B. N.: 84-7088-282-1 Depósito legal: M. 20.433-1981 IMPRENTA PARESO, S. A. - PASEO DE LA DIRECCION, 5 - MADRID-2

RAFAEL ALTAMlRA y CREVEA nació en Alicante el 10 de febrero de 1866 y murió en la ciudad de México el1 de febrero de 1951. Estudió la carrera de Derecho en la Universidad de Madrid, donde se doctoró con la tesis que el lector tiene ahora en sus manos. Vinculado desde muy pronto a la Institución Libre de Enseñanza y al Museo Pedagógico, del que llegó a ser secretario, en 1897 ganó por oposición la cátedra de Historia del Derecho español de la Universidad de Oviedo, donde permaneció hasta 1910, pasando en 1914 a encargarse del curso de doctorado de Historia de las instituciones políticas y civiles de América, en la de Madrid, que ocupó durante veintidós años, hasta su jubilación, con los avatares propios de su vertiginosa actividad en España y en el extranjero

Cita de su libro HISTORIA DE LA PROPIEDAD COMUNAL :

" Arraigada todavía la forma comunal en las costumbres populares de muchos países, manteniéndose por razones morales y económicas de tanta fuerza hoy como ayer, y ofreciendo en muchos casos un estado floreciente en aquellos órdenes de la actividad a que se aplica, reviste una importancia vital palpitante, que enlaza toda su historia y predominio pasado a la resolución de los más altos problemas que ahora nos preocupan"   (págs. 27 y 28)

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jueves, 3 de febrero de 2022

 



José Manuel López Blanco (1967-2022), in memoriam

Fernando Hernández Holgado . Historiador. Planeta Desarmado

Antes de que llegaran los post-estructuralistas, ya dijo el poeta Emerson que el ser humano era un “haz de relaciones”, “un nudo de raíces cuya floración y fruto es el mundo”. Hermosa imagen la de disolver el “Yo” en el mundo al que hace germinar.

Se me ocurre que, precisamente, un velatorio o un funeral es un observatorio privilegiado de ese haz de relaciones que siempre es un ser querido, la red de caminos que se entrecruzan en la vida única e irrepetible de una persona. Pensé en ello mientras estaba en el velatorio de nuestro compañero y amigo José Manuel López Blanco, Jose (Santiago de Compostela, 2 octubre 1967-Madrid, 19 enero 2022), que reunió el jueves 20 de enero a decenas y decenas de personas en el tanatorio de la M-40 en Madrid. Decenas y decenas de relaciones y caminos que se cruzaron con Jose: desde los múltiples integrantes de los numerosos coros de los que fue director, hasta los también múltiples compañeros y compañeras del mundo antimilitarista y la lucha contra el Servicio Militar Obligatorio (SMO) y la Prestación Sustitutoria (PSS) en España.

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domingo, 18 de julio de 2021

 


DESPOBLACIÓN, INMIGRACIÓN, FRONTERAS Y 

TRANSFORMACIÓN INTEGRAL

Reflexiones a partir del libro del Félix Rodrigo Mora: Erótica creadora de vida. Propuestas ante la crisis demográfica


Las políticas de drástica reducción de la natalidad en el continente europeo, también en otras partes del mundo, tienen un corolario: se necesita de la inmigración para mantener el diseño y estructura del actual estado-capitalismo con sus minorías ricas, poderosas, sus ejércitos y sus correspondientes “Estados de bienestar” (sic), donde ha sido posible establecer este tipo de estructura social. 

Es por ello, y por la manipulación mediática del fenómeno de la inmigración, que ésta aparece como fenómeno político y social ambivalente que la mayor parte de la gente no acaba de entender. Tampoco es posible saber con certeza si un determinado partido político, sea de izquierdas o derechas, está realmente a favor o en contra. Una cosa es la posición de cara a su electorado y otra su política. En esto como en otros muchos asuntos el doble juego y la hipocresía son la norma.

La emigración tiene diferentes causas y razones en las personas que abandonan sus respectivos países, y una de ellas responde a criterios de supervivencia. Es a partir de esa necesidad, debido a la indigencia y también a guerras u otro tipo de catástrofes, en sus países de origen, que los seres humanos son engañados por modernas mafias de traficantes de esclavos al hacerles creer que todo es posible en los países de destino, que en estos lugares existen mejores condiciones de vida, mejor trato humano y más trabajo. Sin embargo, los tres conceptos que acabamos de nombrar son relativos.

Por otro lado, y puesto que la estructura económica y social de los países (Estados) llamados ricos, capitalistas, es totalmente jerárquica a pesar de lo que se predica, otra de las causas de la emigración-inmigración es la constante llamada por parte de las clases poderosas para que los inmigrantes ocupen los estratos más bajos de la jerarquía social que quedan vacantes por falta de natalidad. Es decir, aquellos trabajos más inhumanos y peor remunerados, para seguir funcionando de manera ventajosa en el marco de la competencia entre países capitalistas.

A pesar de sus largos y costosos desplazamientos, los emigrantes se enfrentan en los países receptores a una situación semejante a la de sus países de origen puesto que estamos ante la misma estructura estado-capitalista funcionando a nivel mundial, con el agravante de la dificultad por entender el idioma y adaptarse a la cultura del país receptor.

Así pues, el fenómeno de la emigración-inmigración responde a necesidades sociales contrapuestas. Su aceptación o su rechazo, tanto en los países origen como en los de destino, resultan confusas. A esto hay que añadir, en los países receptores, las airadas reacciones de trabajadores asalariados que ven peligrar sus puestos de trabajos por miserables que sean.  Algo semejante ocurre con aquellos autóctonos que viven gracias a un reducido negocio o reciben por parte del Estado ayudas que se ven obligados a compartir. En algunos casos, a más de las protestas, se llegar a agredir de manera inhumana a quienes inmigran. Tampoco están de acuerdo aquellos parados que, en un alto porcentaje, han de compartir los limitados y escasos recursos que el Estado les proporciona dentro de su peculiar manera de entender las relaciones laborales.

Describir el problema no significa que estemos de acuerdo en negar la entrada al país de destino de quienes tengan necesidad. De hecho, pensamos que el problema de las fronteras y los ejércitos está totalmente desenfocado en la organización de la actual sociedad capitalista en la que vivimos y su correspondiente división en Estados. Los territorios deben ser compartidos en muchos aspectos entre los seres humanos y la movilidad, siguiendo unas normas, debiera ser compatible con la libertad que los actuales gobiernos dicen “reconocer y respetar” y en la práctica es papel mojado.

Se trata de mantener la contradictoria y despilfarradora estructura económica capitalista como sea. Entre otras medidas, la de reponer la población en lugares donde la debacle natalista es casi total. Lo que no es óbice para sacar de sus territorios a las industrias más contaminantes, mientras tratan de atraer mano de obra esclava. Es una lástima que el asalariado del país receptor no comprenda que el problema no está en quienes vienen sino en quienes defienden y mantienen un sistema de producción basado en relaciones desiguales, totalmente injustas. El enemigo está en casa.

A ello hay que añadir que las propias minorías ricas, poderosas, que necesitan y colaboran en la venida de inmigrantes, no son partidarias de que estos, finalizadas sus tareas, permanezcan en sus países de destino, y es por ello que promueven una legislación enormemente confusa para evitar derechos de permanencia. Aspiran a un tipo de inmigración con billete de retorno, lo que no siempre consiguen, pues la farsa del llamado “Estado de Bienestar” lo dificulta.  Efectivamente, dada, como hemos dicho, la escasez de natalidad en los países industrializados, la inmigración no sólo es necesaria para el mantenimiento del sistema productivo sino del propio Estado con sus ejércitos, sistemas policiales e injustas jerarquías sociales en él establecidas. Se trata, por un lado, de una guerra sin cuartel por los flujos migratorios necesarios para su supervivencia como tal Estado y, por otro, un aumento del paro en cada una de sus inevitables, por inherentes, crisis económicas.

Como dice Félix Rodrigo Mora, vivimos inmersos en una triste realidad: los modernos imperios están constituyéndose a partir de aquellos estados que resultan más eficaces en el robo de población humana a escala global. (1)

Por la misma razón, los jóvenes europeos se están trasladando a los países más ricos e industrializados de Europa. 2,5 millones en el caso de España desde 2009 (FRM óp. cit.)  Lo que se predica como un signo de libertad, incide en el caso europeo en una reducción todavía más fuerte de la natalidad en el país de origen que la juventud abandona, y por tanto, en la necesidad más acuciante de inmigración con el objetivo de llenar el hueco producido.

Vivimos en constante confusión. Por un lado, es un hecho incuestionable la existencia de superpoblación en torno a las grandes ciudades o megalópolis.  Se trata de un fenómeno propio de cualquier imperialismo que ha priorizado la vida en la ciudad frente a la vida en el campo dando al traste, entre otras cosas, con la posibilidad de democracia y la propia natalidad.  Su objetivo: mayor rendimiento económico convirtiendo al trabajador autónomo en asalariado, y por supuesto mayor acumulación de beneficios.

Pero es precisamente en sociedades con una economía en equilibrio entre la producción comunitaria (comunal) y privada donde mejor se da el equilibrio poblacional y con ello una óptima utilización de recursos naturales al tiempo que se limita de manera natural la posesión de bienes individuales.

El proceder de los Estados para con la natalidad y la emigración no sólo es antinatural, sino que deja en evidencia el falso concepto que tienen de democracia, cuyo significado más antiguo, etimológico, habla de un crecimiento armónico y equilibrado del grupo social, nada que ver con el recurso a la inmigración para su supervivencia.

Una consecuencia de todo ello consiste en someter, anular e incluso hacer desaparecer, en el llamado “concierto del libre comercio” (sic), mediante control financiero y si es necesario ocupación militar bajo el eufemismo de “área de influencia”, a aquellos Estados con recursos naturales y humanos necesarios para la supervivencia de los más poderosos. O bien, como está ocurriendo actualmente en Europa, dar paso a un Estado paneuropeo mediante la disolución de aquellos que la forman. Nada nuevo, pues en su día la creación de los Estados actuales supuso a su vez la desaparición de las naciones preexistentes en sus territorios.  

La lógica del supercapitalismo consiste en crear una única organización política a ni nivel mundial, tarea en la que se están empleando a fondo minorías cada vez más poderosas, lo que supone la previa desaparición de algunas de las actuales potencias económico-militares, aquellas que no sepan participar adecuadamente en dicha unificación, lo que augura tiempos todavía más revueltos. Unas minorías mandantes intentan mantener el “equilibrio” entre los actuales Estados indefinidamente, lo que no resulta creíble, y otras pretenden dar paso a un tipo de capitalismo mundial de “Estado” único.  Los medios de comunicación, a su vez, reflejan esta ambivalencia, incluso en el interior de países poderosos como es el caso de EEUU, si bien ello responde a cómo se ven, si ganadores o perdedores, con tales cambios.  Pero ambas versiones del capitalismo se basan en un mismo tipo de existencia jerarquizada, inhumana, precaria, a las que consecuentemente se les puede augurar un final, aunque no sepamos cuando.

En cualquier caso, la drástica caída de la natalidad está llevando ya a situaciones completamente novedosas de las que desconocemos sí las minorías poderhabientes tienen sobre ellas algún tipo de control. Aunque la inmigración pueda alargar la potencia y la vida del Estado receptor por un tiempo, no evitará su caída, puesto que destruye la capacidad de autogestión política de sus gentes, un híbrido poblacional cada vez más inoperante y enfrentado, como observamos sin ir más lejos en el Estado español y también en Europa en general.  

Drásticos programas de reducción de la natalidad y a su vez el mantenimiento de los actuales ritmos de producción capitalista, en los que el armamento, la sanidad, la educación (adoctrinamiento), los inoperantes gobiernos, el aumento constante del control policial, etc., consumen ingentes cantidades de recursos materiales y humanos de todo tipo, sencillamente no son viables.  Algo, por otro lado, anunciado en numerosas ocasiones:  la irracional búsqueda del beneficio económico en el rendimiento del capital, ajeno a otro tipo de consideraciones, éticas, morales, ambientales, de salud y convivenciales, se traduce en una total falta de democracia, una importante ineficacia productiva y en la desorganización de la vida social.

 

Cada Estado trata de ofrecer las mejores oportunidades para que la producción dentro de su territorio se realice con el máximo beneficio para quienes aportan el capital. A su vez, busca aumentar las oportunidades para sus propias inversiones y el aumento en la recogida de impuestos, aspectos fundamentales para su existencia y permanencia como tal Estado. No se trata, como se afirma falazmente, de una competencia entre el Estado y el capital privado, como si aquel fuera un servidor de lo popular.

Los creadores y emisores de “dinero” son independientes y a su vez forman parte del Estado, cosa que nosotros como ciudadanos de a pie no somos ni lo uno ni lo otro. Lo cierto es que los Estados diseñan y ejecutan políticas privadas de carácter “nacional” e internacional y no, prostituyendo el concepto de democracia, políticas de base que respondan a las necesidades de los ciudadanos.  Es, teniendo en cuenta este marco de funcionamiento, cómo puede analizarse con corrección el problema de la inmigración que, como hemos comentado, sostiene hoy por hoy el sistema de producción estado-capitalista. El día que se reduzca la natalidad también en los países de procedencia, el mapa internacional sufrirá nuevos cambios dando paso, si no se remedia, a gobiernos despóticos en los que se garantice la natalidad con medidas coercitivas de carácter tecnológico o simplemente dando paso a su definitiva desintegración.

Cabe, no obstante, como es nuestro deseo, un tipo de Transformación Integral de carácter personal y social que resulte más humanaPara ello contamos ya con grupos y organizaciones sociales orientadas a este fin. (2)

En este momento, el argumento a favor de la inmigración que se hace servir en los medios de comunicación, es que estos seres humanos en sus lugares de origen viven en condiciones indignas, sin posibilidades de desarrollo, sin servicios adecuados, con hambre o sumidos en la miseria, siendo por tanto la emigración para ellos una necesidad y un alivio. Se trata de un argumento falaz pues lo que hace que vivan en estas condiciones es el aceptado sistema económico estado-capitalista, cuya estructura, como hemos tenido ocasión de comentar, es la propia de cualquier imperialismo piramidal, expoliador y militarista, si bien disimulado y a su vez llevado a extremos hasta ahora nunca vistos. El cambio de lugar de las personas no es la solución, si no cambia el sistema  de manera global.

Se da así la paradoja de que las fronteras estatales no interfieren en la dinámica vital y económica de quienes las han creado y las mantienen, y sin embargo sí lo hacen, a veces de manera drástica, negativa y definitiva en el resto de la población en general, en quienes las padecen, como, por ejemplo, con una casi total falta de libertad.  Las fronteras adquieren significados diferenciados según se ocupe un lugar u otro en la jerarquía dineraria, política y social, tanto estatal como internacional. Las minorías dominantes necesitan para sobrevivir de recursos naturales, financieros y humanos con independencia de las “fronteras” y sin embargo quienes ocupan la base de la pirámide social quedan atrapados en el interior de las mismas.  

Cuando más débil es la organización política y militar de un territorio determinado mayor volumen de recursos sale de sus “fronteras” con total impunidad y sin la justa compensación. De hecho, hablamos de Estados fantasma para indicar que no han dejado de ser colonias de aquellas metrópolis que las gestionaron en el pasado o las gestionan en el presente. Círculo vicioso que impide la existencia de economías autónomas, autogestionadas, ya que para ello es necesario que diferentes sectores productivos colaboren en libertad entre sí en el país de origen, antes de exportar sus bienes, y no sean dirigidos sectorialmente desde el exterior; algo imposible en la actualidad desde el momento en que las estructuras político-sociales de carácter igualitario, popular y democrático han sido destruidas y  los centros de decisión se sitúan en conglomerados militares y financieros de carácter internacional, ubicados en no se sabe bien dónde.



La rapiña de carácter internacional en torno a la inmigración toma la forma de intervención humanitaria, a través de organizaciones creadas con este fin. Lo cierto es que el ser humano corre enormes riesgos tanto si se queda en sus países de origen como si pretende llegar a los países llamados “desarrollados”. En estos, la igualdad resulta meta imposible, inalcanzable, bajo el actual sistema económico y social, y no obstante se hace creer tanto a autóctonos como a inmigrantes que estamos en una etapa transitoria hacia dicho objetivo.  Todo lo contrario, el estado-capitalismo necesita de la desigualdad y la explotación para su supervivencia. El llamado “Estado del Bienestar” resulta ser simple propaganda para el mantenimiento del sistema. Se necesita de trabajadores con la menor protección posible. La mayoría de los inmigrantes, puesto que en sus países de origen fueron destruidas sus prístinas sociedades autogestionadas, acuden a los países industrializados en condiciones de esclavitud, algunas veces dulcificadas y otras no. Lo único cierto es que en los países receptores circula más dinero que en sus países de origen y consecuentemente pueden ganarlo, lo que allí no ocurre, pero la inhumanidad en los países destino no es menor. El estado-capitalismo tiene carácter y dimensión global y no permite otra cosa.

El dinero, en cuanto instrumento económico, debería circular libremente entre grupos humanos y naciones, pero esto no ocurre pues el marco político, legal y productivo del estado-capitalismo convierte la acumulación del mismo en un fin y no en un medio. La fabricación de dinero, es privada y estatal al mismo tiempo, y está lejos de ser una actividad de carácter social.  Se ha convertido en un instrumento de poder que destruye la dinámica participativa y convivencial del ser humano.

Como argumenta Félix Rodrigo Mora, en el libro objeto de esta reflexión, se trata de la eliminación consciente de la verdadera cultura popular, aquella que nace del pueblo como parte consustancial del mismo, es decir, relacionada con el resto de los aspectos básicos de la autogestión, la independencia y las relaciones amorosas entre seres humanos. Es claro cuando afirma que la producción “cultural” subvencionada por el Estado, que no surge de manera espontánea en el interior de la estructura igualitaria de un pueblo, no merece tal nombre.  En muchos casos, se trata incluso de la utilización de la propia inmigración como herramienta para la destrucción de aquellas culturas autóctonas que, por su manera de entender la vida actúan como baluarte frente al Estado. ( FRM óp. cit)

Cuando una sociedad cambia su escala de valores en torno al dinero y éste ocupa el lugar prioritario que no le corresponde, se jerarquiza de manera rígida, destruye lo comunal que pasa rápidamente a manos particulares, tan necesario, en equilibrio con lo privado, para unas relaciones económicas y sociales verdaderamente humanas. Ubica a la milicia en el vértice del poder y lleva irremediablemente a la eliminación del pueblo en cuanto sujeto social con cultura y ética propia e independiente. Algo que viene ocurriendo en Europa desde hace siglos y se está acelerando de manera dramática y caótica en los últimos tiempos.  Dado que su único elemento movilizador es el poder y la ganancia empresarial (en la empresa estatal y pública y en la privada) han decidido eliminar étnica y culturalmente a los pueblos europeos” (FRM óp. cit.) A aquellos pueblos que históricamente se formaron en torno a valores tales como el respeto tanto a la persona humana individual como colectiva y a la búsqueda de una convivencia lo más igualitaria posible. Europa de los pueblos versus Europa de los Estados. Es evidente que está triunfando esta segunda acepción, acorde con el violento mundo del que formamos parte, pero que no aporta nada sustancial a la sociedad humana. Europa generó una cultura propia en el mundo, con sus luces y sombras. Reneguemos de su fase imperialista con sus formas de represión interna y opresión externa hacia otros pueblos y naciones, pero revelémonos contra su definitiva desintegración por pérdida de libertad frente a los poseedores del capital y el poder militar a nivel internacional, para quienes, como hemos comentado, el concepto de frontera se rige por “la ley del embudo”.

Vocablos tales como “democracia”, “pueblo” o “nación”, y un gran etcétera, han perdido su significado original, de manera que parece imposible que los seres humanos podamos volver a comunicarnos, políticamente hablando. Para el poder militar y económico, el “pueblo” lo forman aquellas personas que ocupan la base de la pirámide social y por tanto sometidas a un Estado, y no otra cosa. Sin embargo, nosotros entendemos por pueblo al conjunto mujeres y hombres que gestionan de manera autónoma, por tanto, en libertad, sus recursos espirituales y materiales, comunes y privados, necesarios para su subsistencia y realización. Comunidades humanas que gestionan sus propias vidas, lo que no quiere decir aisladas.  Nada que ver con el Estado. Así hay que denunciarlo.

Un ejemplo, entre muchos, es el caso de las políticas lingüísticas, sin ir más lejos en Europa, tendentes a hacer desaparecer lenguas autónomas, incluido el inglés popular, y sustituirlas por lenguas “estándar” al servicio de los poderosos. El inglés y otras lenguas de carácter internacional han devenido “neolenguas” en las que se han sustituido los significados de las palabras originales por nuevos significados al servicio del estado-capitalismo que dificultan o impiden la comunicación humana.  

Nada nos indica que, los territorios no puedan ser compartidos por grupos diferenciados. Aunque parezca paradójico, la autogestión por parte de un grupo social y la compartición de un territorio sí son tareas compatibles. Evidentemente, han de serlo sobre una base igualitaria y mediante acuerdos generales a los que no se puede llegar desde una estructura económica y social injusta y violenta como la del estado-capitalismo. Con otras palabras, no es posible el tipo de vida que añoramos como seres humanos sin dar por históricamente finalizada la actual etapa estado-capitalista.

 Los Estados, por definición, debido a la violencia con la que se estratifican socialmente, y al desenfoque en la resolución de problemas que afectan a las comunidades humanas, no pueden acordar medidas que supongan la existencia y correcta gestión de Bienes Comunales, pues para sobrevivir se ven en la necesidad de expoliar recursos y ocupar territorios que les son ajenos. Se crea así un círculo vicioso. Las sociedades militarizadas convertidas en Estados son incapaces de salir de la contienda humana, la mentira y la dominación. Consumen muchísimos más recursos que los que utilizan sociedades igualitarias, democráticas de base. Se trata de dictaduras camufladas en elecciones llamadas representativas, organizadas en partidos políticos e instituciones parlamentarias incapaces de vivir al margen de dominaciones, expolios y guerras permanentes. Sociedades cuyo mantenimiento significa la destrucción depredadora de recursos naturales a la que asistimos hoy día.

Ahora bien, hay nuevas maneras de entender lo que son las fronteras, como hay diferentes formas de organización social.  El respeto a la libertad conlleva el respeto por la diversidad de lenguas y costumbres. Se trata de fronteras que, por ser naturales, no son excluyentes. Pueblos diferenciados, que pueden y deben coexistir en territorios compartidos y, por ello, lejos de estar totalmente unificadosNada que ver con el mantenimiento actual de los Estados por medio de conocidos programas de inmigración-emigración que refuerzan sus artificiales e inamovibles fronteras que responden prioritariamente a criterios de poder económico y militar y no a otras consideraciones de cariz humano. 

Basta mirar los cinco continentes para comprender que las fronteras de los Estados tanto históricamente como en la actualidad  responden a irracionales criterios  de poder, si bien bajo el argumento de que son necesarias para evitar la rapiña a nivel internacional, cuando en realidad lo son para mantener la dominación y la obtención de enormes e irresponsables beneficios por parte de quienes  las  controlan, impidiendo de este modo cualquier cambio o evolución, interna y externa, que  pueda contribuir a la mejora de las relaciones humanas.

Pero nosotros hablamos de fronteras en consonancia con instituciones y organizaciones sociales de carácter igualitario. Fronteras que permanecen, pueden ser modificadas o cambian por sí mismas, de forma natural, siguiendo criterios de perfeccionamiento en las relaciones humanas.  Hablamos de instituciones y organizaciones sociales que han existido en el pasado y existen en la actualidad donde tanto el comunal como lo comunal juega el importantísimo papel que les corresponde en la búsqueda de esta igualdad. Un tipo de estructura social en equilibrio, compatible con su necesidad de cambio.  Una sociedad que se retroalimente, y sea a su vez eficaz en la defensa y eliminación de aquello que evita o daña su tendencia a la búsqueda permanente de la necesaria, cada vez mayor, igualdad económica y social. Sociedades en las que sus relaciones, no nos debe producir temor, puedan ser calificadas de amorosas. (3)

A la hora de crear o hacer desaparecer fronteras hay que tener en cuenta, algo que define al ser humano en cuanto tal, su libertad. Con otras palabras, las fronteras deben ser el resultado de un consenso y un acuerdo, trazadas con criterios flexibles y no la consecuencia del temor a una conflagración bélica o a ser sometidos de manera arbitraria por quien detenta el poder. El diálogo permanente es exigencia de cualquier relación social que aspire a progresar.

La vida humana individual autónoma y libre es digna del mayor respeto pues tiende, por su propia naturaleza, a abrirse desde el punto de vista de lo social, abarcando así, de manera harmónica, lo personal y lo colectivo. No es necesario por tanto ser obligada a formar parte de una colectividad concreta y determinada.

Lo mismo ocurre con el grupo social. En estado natural es autónomo y libre.  No obstante, queda incompleto si no es capaz de trascender dicha autonomía y libertad. Es por ello que no debe ni puede crear fronteras totalmente exclusivas, aislantes, sino aquellas que le permitan, conservando su identidad, formar colectividades más amplias, compartiendo territorios.  No como ocurre en el estado-capitalismo organizando estas realidades de carácter social más amplias mediante la dominación, la extorsión y la acumulación de poder económico y militar hasta llegar a estructuras políticas imperialistas cuya organización política y social recibe hoy día el nombre de estado-capitalista.

Aunque pueda resultar paradójico, ni los seres humanos individuales, ni las colectividades de las que formamos parte necesitan ocupar territorios en exclusiva, si queremos unos y otras, conducirse precisamente con independencia y en libertad. Como en el caso individual, el grupo social, la nación encuentran en el compartir su expresión más humana. Las relaciones igualitarias, justas, amorosas tienen como exigencia precisamente la de no crear más fronteras de las estrictamente necesarias, las menos posibles. No se trata de que no haya límites, sino que estos respondan a criterios de humanidad y no a patologías individuales o colectivas, sociales.

Las relaciones que tienen lugar en el interior del estado-capitalismo, incluidas las económicas, son penosas. Sufren de un exceso de limitaciones tanto en lo territorial, como en lo relacional. Es por ello que el concepto de lo amoroso resulta tan controvertido. Efectivamente, diluir fronteras sin los cambios previos necesarios tanto a nivel personal como colectivo puede resultar contraproducente. Estamos por tanto obligados a empezar por nosotros mismos.

El equilibrio entre lo individual y lo colectivo es fundamental para el desarrollo de la sociedad humana a la que aspiramos, puesto que la actual pasa de manera patológica de un extremo al otro. De hecho, en el momento presente estamos instalados bien en un tipo de individualidad a la defensiva, anquilosada y extrema o bien relacionándonos en el marco de una colectividad disfuncional que justifica nuestra vida plena de temor.

Hemos pues de recuperar valores que  nos lleven a superar el actual estado-capitalismo, valores del pasado y del presente, que han existido en algunos momentos históricos y que existen  en la actualidad en algunas colectividades que pueden ser calificadas de humanas:  el respeto a la individualidad humana, la autogestión popular mediante asambleas de base ( llamado concejos en el pasado y en algunos lugares en la actualidad) con participación directa de la gente (pueblo), la adecuada gestión del Bien Común con el consiguiente equilibrado  reparto del mismo, la consideración del dinero como un bien instrumental y por tanto el control comunitario en la fabricación de moneda, la evitación de la acumulación de capital por encima de un límite en manos privadas, la eliminación de la actual sobrevaloración del dinero en los intercambios y  por supuesto en las relaciones personales, el reconocimiento jurídico tanto de la propiedad del comunal  como de la propiedad privada limitada, la coparticipación y cogestión de territorios entre pueblos diferentes, la milicia al servicio de la democracia directa frente a los actuales ejércitos permanentes al servicio de los poderosos, etc.  

Los periodos históricos que citamos, en los que se ha conseguido un equilibrio razonable entre lo público y lo privado, adolecen de falta de estudios académicos  aunque los datos en torno a su existencia son abrumadores, Y esto ocurre no sólo por desinterés sino porque lo que en ellos aparece resulta inasumible por quienes ocupan el poder, son poseedores en cantidades asombrosas de “capital”, organizan la producción y el consumo en la actualidad con miras al provecho propio, dictaminan sobre nacimientos y defunciones, propician   actuaciones médicas acríticas con los intereses económicos privados , como es el caso de la presente “epidemia” de coronavirus, etc. Es decir, organizan la sociedad humana en general orientada hacia el beneficio económico y rompen la necesidad de ser considerada y tratada de manera global.

No debe pues sorprendernos la sumisión y obediencia de la actual casta política a los mandatos de los organismos internacionales tales como FMI, OMS, OIT etc., en manos de multinacionales y minorías adineradas y a su vez construidos sobre la base de la división de la humanidad en Estados de inspiración militarista y criterios antidemocráticos.

Es pues más que evidente que nos dirigimos, con más o menos rapidez, hacia una inevitable crisis de desconocidas consecuencias. Lo que abre la posibilidad, por otro lado, y la esperanza de que se pueda volver a formas de organización social más humanas capaces de controlar su población con fines de convivencia cívica, igualdad y fraternidad, algo imposible sin que devenga catastrófico, cuando la sociedad está organizada en torno a la actual escala de valores y la despiadada búsqueda del máximo beneficio económico estatal-privado.

Concluiremos diciendo que las fronteras tal como se entienden en la actualidad no sirven a la convivencia y al progreso de lo humano, que la inmigración-emigración tal como está diseñada y promocionada desde el poder no es una solución al actual estado de cosas ni siquiera desde el punto de vista de la producción económica, y que está a punto de producirse una debacle natalista con la consiguiente despoblación de grandes territorios a nivel internacional, algo evidente ya en Europa, cuyas minorías mandantes en su intento de manipular mentalmente al ser humano para sus fines, a través de los “eficaces medios de comunicación”, parecen vivir en la estratosfera.

Se trata de tomarnos en serio el final de un ciclo histórico y el inicio de otro nuevo en la Humanidad, Ponernos en marcha como consecuencia del final del sistema productivo estado-capitalista, en la búsqueda valiente de nuevas formas de organización humana, con recuperación de instituciones que probaron su valía en el pasado y ciertamente han de ser modificadas y adaptadas al momento presente, y la creación de otras nuevas. Y por último volver a redefinir y consecuentemente potenciar participando en nuevas formas de relación y convivencia social en el que el trato directo, personal, humano, fundamental en la base de la organización social, no desaparezca definitivamente, como consecuencia del demencial aislamiento al que estamos siendo sometidos desde una estructura totalmente piramidal, por razones políticas y económicas de dominación, que no tiene vergüenza ni  escrúpulos en  proclamarse democrática y buscadora de la justicia entre los seres humanos.

Rafael Rodrigo Navarro

(1)  Erótica creadora de vida. Propuestas ante la crisis demográfica. Félix Rodrigo Mora. Potlatch Ediciones.        Madrid 2019.

(2) Página Web: Transformación/ Revolución Integral, https://www.revolucionintegral.org/

(3) - La experiencia social de las comunidades de los indios Cherán ( México) en que, tras un levantamiento popular  el 15 de abril de 2011 han conseguido que las relaciones sociales sean un ejemplo de equilibrio social, no sabemos por cuanto tiempo, pues los ataques del resto de la sociedad mexicana organizada en Estados choca frontalmente con su ancestral y moderna manera de entender la vida social.  https://www.opendemocracy.net/es/cher-n-resistencia-y-lu/  

-Experiencia social de las comunidades de los indios del Cauca colombiano que supieron mantener sus usos y costumbres en medio de la conflagración bélica entre el Gobierno y los rebeldes de las FARC y que cuya “paz” acordada está suponiendo su aniquilación ante la incomprensión de quienes no atisban a ver otros de organización social al margen de los Estados.

-          https://www.youtube.com/watch?v=arAxRaeHnh0

-          El movimiento de resistencia indígena en el Cauca colombiano de Jesús Castañar Pérez. Ediciones Revolussia Cáceres.2008.

             Otras citas del libro Erótica Creadora de Vida. Propuestas ante la crisis                                 demográfica de Felix Rodrigo Mora:

-La actual sociedad supuestamente perfecta y completa, paraíso sobre la tierra por fin realizado …tiene sus días contados, sobre todo por motivos bilógicos. La causa es el desplome de la fertilidad del a natalidad en Europas y en especial en lo que institucionalmente se denomina España. (pág. 9)

- Una pregunta que hay que formular por razones morales, sobre todo, es la que sigue. Si los marroquíes (y otros) financian nuestras pensiones ¿Quién va a sufragar las suyas? (pág.10)

- Los apartados de mando políticos, estatales y empresariales que dominan Europa a través de la UE se han vuelto contra sus pueblos y sus culturas, la erudita tanto como contra su cultura popular. Dado que su único elemento movilizador es el poder y la ganancia empresarial (en la empresa estatal y pública y en la privada) han decidido eliminar étnica y culturalmente a los pueblos europeos para sustituirlos por gentes traída de otros continentes. (pág. 13)

La potencia hegemónica EEUU que mantiene unas 800 bases militares en el extranjero, lo sigue siendo gracias a la inmigración. Sin ella se desmoronaría en una generación. Así pues, quienes toman partido por la emigración y se dicen “antiimperialistas” incurren en contradicción. (pág. 19) .

- Los países del norte ingresan el equivalente a unos 150.000 euros netos con cada emigrante que les llega, suma que pierde el país de donde éste viene en forma de gastos de crianza y capacitación, el cual se empobrece en esa misma cuantía. La emigración en términos económicos es una descomunal transferencia de recursos desde los países pobres a los ricos, para daño de los primeros y beneficio de los segundos. (pág. 31)

- “Los pueblos europeos y los pueblos africanos tienen que unirse para poner fin a la emigración, estableciendo entre ellos una alianza fraternal combatiente hasta la revolución europea y la revolución africana. (pág. 34)

 


lunes, 3 de mayo de 2021

 


SEXO Y NATALIDAD EN LA ACTUAL SOCIEDAD HUMANA

Reflexiones a partir del libro del Félix Rodrigo Mora: Erótica creadora de vida. Propuestas ante la crisis demográfica

Preguntémonos que está ocurriendo en la sociedad actual con la sexualidad y la natalidad, funciones estrechamente relacionadas, pero no idénticas. Por desgracia, ni la una ni la otra tienen ya que ver con un normal desenlace de la conducta humana ya que, por desgracia, los importantes principios del amor y de la libertad individual y colectiva brillan por su ausencia. Efectivamente, como consecuencia de que el interés económico y la acumulación de poder ocupan un lugar preeminente en su escala de valores, tanto la sexualidad masculina como la femenina hace tiempo que dejaron de ser libres. Otro tanto ocurre con la disposición a tener hijos, es decir, con la libre opción por la natalidad.

Si el amor y la libertad van juntos, basta que no haya uno para que tampoco exista la otra y viceversa. Esto hace difícil entender que, sin estas dos realidades, la libertad y el amor, la sexualidad ejerce un condicionamiento esclavizador, lo que no favorece el deseo de ser padres ni, consecuentemente, que la natalidad devenga libre y amorosa. Es lo que está ocurriendo en la jerárquica y desigual sociedad de la dominación en la que vivimos, ya que, sin relaciones libres y amorosas, incompatibles con las relaciones de poder, la natalidad entra en un callejón sin salida. El amor desaparece como por arte de magia cuando no ocupa el primer lugar en la escala de valores y en la convivencia de una sociedad de seres humanos.

En una sociedad que se precie de humana, lo individual ha de ser compatible con lo social y viceversa. En esto consiste la libertad.  No puede faltar ni lo uno, el individuo, ni lo otro, la relación social que, como hemos comentado, encuentra su cabal acoplamiento en lo que llamamos la relación amorosa.

Si destruimos la libertad acabamos formando sociedades sin individualidades que se precien, sino masificaciones, “rebaños” que necesitan de “pastores” y viceversa. No debería existir sociedad que se precie de humana, que vaya contra la libertad individual pues de lo contrario nunca alcanzará a ser una relación social adecuada. Consecuentemente la utilización de la palabra libertad por parte de líderes políticos que dan por válida una sociedad injusta y fuertemente jerarquizada, responde únicamente a una estrategia de poder, en la práctica un concepto vacío.

En sociedades mal estructuradas, como la actual y en general todas aquellas que han estado históricamente organizadas en torno al principio de la propiedad privada absoluta de la tierra, de la destrucción de la gestión del comunal, sin límites en lo individual (capitalismo) o en lo colectivo (comunismo), es decir, en torno a la acumulación de dinero y poder, la libertad no existe ni es posible la relación amorosa y por tanto una natalidad adecuada.  Hablamos, por tanto, de la necesidad de acometer cambios profundos en la organización de la sociedad. Lo contrario es engaño.

En el marco de lo natural, en una sociedad en equilibrio, autogestionada y respetuosa con la individualidad de cada uno de sus miembros, sociedad de una variabilidad casi inabarcable, la libertad sexual, así como las decisiones respecto al número de vástagos, niños y niñas, tanto a nivel personal como colectivo, han de ser flexibles. La norma debe ser que no haya normas absolutas. Si no se experimenta qué es el amor en una relación, no se entiende lo dicho. En una sociedad estado-capitalista, como la actual, el problema de la natalidad, y consecuentemente la continuidad de la especie, se ha convertido en un asunto paranoico.  Efectivamente una minoría acaparadora de dinero y de poder, fuertemente armada, totalmente ajena a las relaciones amorosas entres seres humanos, trata de dictar en qué circunstancias y de qué manera debe darse la procreación.

El estado-capitalismo aboca a un colapso natalicio y por tanto civilizatorio por varios motivos. En primer lugar, porque se basa en una organización social, en la actualidad de alcance mundial, de carácter desigual, violenta, destructora del individuo y por tanto incapaz de crear la armonía mínima que haga posible la natalidad. En segundo lugar, porque al no haber límite a la acumulación de dinero y poder ha creado dirigentes psicópatas que llegan a creer que las actuaciones que propician en el campo de la natalidad y por tanto en la organización de la sociedad son las únicas, cuando en realidad son las únicas posibles para el mantenimiento del poder.

Estas minorías poderosas, que, por supuesto, se extralimitan en sus funciones, fenómeno que afecta tanto a Europa como al resto del mundo, con su enfoque en torno a las relaciones sexuales de carácter interpersonal, imponen “planes de natalidad” sui géneris, muchos de ellos ocultos (por algo será) que, a su vez, se ven en la necesidad de modificar constantemente dada la dificultad de su proceder, claramente antinatural. Como dice Felix Rodrigo Mora, se llega a la extravagante conclusión, al pensar exclusivamente en términos de superpoblación, de que la estructura familiar es contraria al futuro de la Humanidad.

Las formas de sexualidad patrocinadas desde el poder y el desenfoque que proyectan en torno al fenómeno de la natalidad son consecuencia directa de confundir a los seres humanos con máquinas al servicio de la producción. Para ello, no se duda en buscar falsos culpables de la debacle en la que nos hemos instalado desde hace tiempo. En el siglo en que vivimos le ha tocado el “sambenito” al varón (en siglos pasados a la mujer), que recibe así el pomposo calificativo de “patriarca” (1), desviando la atención del verdadero problema de la dominación del ser humano por razón de la falta de límistes en la acumulación de poder y dinero, como venimos explicando.  

Es evidente que la concepción y el embarazo, la maternidad, resulta parte integrante, aunque no necesaria o exclusiva, de la sexualidad femenina (como ocurre igualmente con la paternidad y la sexualidad masculina). Cuando se produce un embarazo, cambia la manera de ser y de vivir de quienes asumen la responsabilidad de la maternidad y la paternidad, por el hecho de que ha venido al mundo un nuevo ser humano.

El problema surge cuando la sociedad, con su organización orientada al llamado máximo rendimiento económico en la producción, impide aquellos cambios que, tras la concepción, se dan de forma natural en el entorno de la persona gestante (algo semejante ocurre en los animales), orientados al mejor alumbramiento y posterior crianza de los neonatos. No digamos ya cuando esas necesarias atenciones a la maternidad se dejan de realizar por ser consideradas “discriminatorias”, “esclavistas” y “machistas” para con las mujeres, lo que hace patente la confusión de la que hablamos y en la que estamos inmersos. El embarazo y la maternidad, también la paternidad, dejan de sustentarse en una manera de entender las relaciones humanas que puede ser calificada de óptima, amorosa, para acabar disociadas de la sexualidad. El resultado es lo que vemos a diario: personalidades enfrentadas que, en lugar de tener en la sexualidad, en la concepción y en la crianza de los hijos, la oportunidad de encontrarse en el amor, enferman psicosomáticamente. En la práctica, el acto de reproducirse se ha convertido en una prohibición. El deseo de convertirse en madres/padres está siendo sutilmente reprimido. O bien, cuando conviene, proclamada la prohibición explícita desde el poder, lo que indica a las claras la carencia de libertad y el error.  

A la penalización en lo laboral por el embarazo, aunque se afirme lo contrario, se añade el carecer de una filosofía y un entorno adecuado a este fin, en que la ayuda a los progenitores surja de manera natural y complementaria, como ha ocurrido tradicionalmente.  Así pues, la carencia de este planteamiento, que debería constituir la base de la economía familiar entre progenitores con hijos en edad de crianza, por un lado, y la falta de complementariedad entre sociedad y madres gestantes, por otro, reduce de manera drástica las posibilidades de reproducirse en la actualidad.  A esto se añade la patente contradicción entre el reconocimiento explícito, en lo que se llaman normas laborales, del derecho de ambos sexos a estar con los recién nacidos y la observable pérdida de puestos de trabajo tanto en el caso de aquellas mujeres que han llegado a ser madres, como de los varones que tienen nueva descendencia.

Por otro lado, se establece como liberación de la mujer que ésta salga a trabajar, lo que parece lógico pues se convierte en sujeto activo que obtiene y aporta recursos económicos a la familia, pero en la práctica no lo es, ya que el tipo trabajo, asalariado, propio del capitalismo, constituye una nueva forma de esclavitud. ¿Dónde está por tanto la cacareada liberación de la mujer o la, ni siquiera tenida en consideración, libertad del varón?

En la sociedad europea actual parece existir ventaja reproductiva en aquellas familias en que la mujer no sale a trabajar, a pesar de contar con menos ingresos. Opción seguida todavía por culturas varias, mayoritariamente de inmigrantes. La función reproductiva debe apoyarse en la libertad de la persona humana, de la mujer y del hombre, por tanto, debe darse al margen de cualquier consideración política que busque el mayor rendimiento económico posible de personas en edad de producir, dejando al margen otras consideraciones humanas.

Se produce de esta manera un dilema de difícil solución.  O bien desaparece la actual organización capitalista como consecuencia de que se está llevando la reproducción humana, la natalidad, a un callejón sin salida; o bien este capitalismo, en su intento de sobrevivir, acaba destruyendo lo que queda de las relaciones propiamente humanas, y con ello el equilibrio en la Naturaleza. Cabe una tercera opción, que parece es la que se está imponiendo, consistente en alargar, mediante un alarde tecnológico, la agonía del actual sistema capitalista.

El hecho de que sean precisamente los inmigrantes, miembros de culturas foráneas, los que aportan mayor descendencia al territorio al que acuden, como es el caso de Europa, conlleva escenarios sociopolíticos indeseables y conflictivos, con las consiguientes repercusiones sobre la lengua, la cultura y las relaciones sociales en general. No se trata de una afirmación que pueda ser tildada de xenófoba, simplemente muestra la contradicción que significa procrear al margen de un planteamiento verdaderamente humano, libre y amoroso. Por el contrario, en el marco de un capitalismo donde la procreación y la natalidad son entendidas como mano de obra barata en el marco de la esclavitud salarial, no sólo está presente la xenofobia sino la total manipulación y destrucción de los seres humanos en su totalidad.  Sin el libre juego del amor no puede haber la necesaria natalidad, a no ser que, como expresan algunos analistas cuando hablan del futuro de la humanidad, el ser humano acabe procreando de manera artificial, en un marco casi exclusivamente tecnológico, sin amor, al margen de lo natural. La sociedad a la que daría forma, no podría ser calificadas de humana, donde el amor y la libertad son componentes básicos.

En Europa, los cargos directivos en empresas y organismos oficiales, incompatibles con la reproducción humana y la crianza de los hijos, son ocupados mayoritariamente por mujeres y hombres europeos, gente autóctona que tiene asumido que no tendrá descendencia. Sabemos que se llega a valorar de manera “positiva”, en las entrevistas laborales, intervenciones quirúrgicas varias de las y los aspirantes que muestren la imposibilidad de poder llegar a formar una familia, con descendencia propia.  Este tipo de actuaciones forman parte de políticas a las que no importan la desaparición de culturas autóctonas de alto valor convivencial. Una gran pérdida, ya que estas culturas se construyeron en Europa sobre la base del respeto a la individualidad frente al gregarismo social, aprecio de la organización asamblearia de base que hizo posible la democracia directa y desarrollo de economías de carácter mixto entre la iniciativa individual y la colectiva, con presencia del comunal (lo comunal) de larga tradición en territorios de la península ibérica, desde el siglo V, como explica Felix Rodrigo Mora (FRM).

De haberse conservado en Europa estas organizaciones propias de la cultura popular, estaríamos lejos de la actual decadencia humana del tardío estado-capitalismo.  El sistema político, militar y económico de Europa y el mundo en general, puede alargarse en el tiempo, o caer rápida y estrepitosamente, pero inevitablemente está abocado a un final.

Parece ser que el pensamiento en las clases dominantes, que han hecho suyo, es que existe un exceso de población en el planeta y que hay que corregir esta situación sea como sea, pues está acabando con los recursos naturales. Estas afirmaciones deben ser matizadas puesto que no es el exceso de población en sí, sino la manera como está organizada la humanidad, su situación política y económica, con sus correspondientes Estados y megaciudades, y en consecuencia cómo hacemos uso de esos recursos naturales, lo que nos está abocando a un final catastrófico.

La estructura estado-capitalista ha acabado por imponerse en casi todo el mundo, tras un largo periodo de destrucción de organizaciones político-sociales de carácter popular de todo tipo, algunas de las cuales todavía existen, eso sí, sin apenas voz, en los más diversos lugares de nuestro planeta, las cuales, entre otras cosas, regulan tanto la natalidad en su interior, como la correcta utilización de los recursos naturales en el exterior. Es la necesidad de sobrevivir del propio estado-capitalista la que lleva al actual planteamiento sin salida de la natalidad. Por el contrario, las naciones sin Estado, que han sido y son capaces de compartir territorios y colaborar entre ellas, han regulado su natalidad y la han adaptado a los recursos de los que han podido disponer en sus territorios.  La raíz indoeuropea (gn), presente en el concepto y la palabra nación, cuyos primeros significados tuvieron que ver con los de parir, dar a luz, procrear o hacer crecer una semilla, se asoció posteriormente, como en el caso del latín, al significado de nacimiento, origen, comunidad humana o pueblo. Nada que ver con los conceptos de Imperio, más recientemente Estado, asociados al vocablo.  En la actualidad, siguiendo una vez más estrategias de manipulación lingüística (neo-lengua), se identifica Estado y Nación; pero ambos conceptos han sido históricamente diferentes e incluso excluyentes.

Por ello es deseable y necesario la transformación del Estado, mediante una revolución integral, en naciones, sociedades libres, capaces de colaborar de nuevo entre ellas y posibilitar relaciones fraternales entre los pueblos que las forman. Si una nación se estataliza y establece como exclusivo un territorio, a la larga firma su sentencia de muerte, a pesar de que haya conquistado, extralimitándose, territorios ajenos, y entre en un anquilosamiento que pueda durar tiempo.   Los Imperios y los Estados, por la razón expuesta de convertir su territorio en exclusivo, manu militari, han dificultado desde siempre las relaciones convivenciales entre los pueblos y los seres humanos en general; también el comercio y otras actividades de carácter social importantes para la supervivencia de los humanos. Es por ello que su historia es la de la guerra permanente, entre otras razones porque son incapaces de gestionar el reparto de aquellos bienes esenciales e indispensables para ellos, pero también para el resto de seres humanos.

Con la drástica caída de la natalidad en los últimos lustros en Europa la carencia de recursos humanos autóctonos en cada uno de los países que la forman para mantener el actual estado de cosas capitalista, es ya evidente y todavía se hará más patente en un futuro no muy lejano. Todo el mundo sabe que, si no ha ocurrido ya, es debido a la inmigración. Pero ésta tiene fecha de caducidad, pues la caída drástica de la natalidad está extendiéndose con cierta rapidez a todo el planeta, siendo posiblemente África el último recurso.  La organización europea en Estados impide una reacción apropiada para evitar la desaparición de Europa como entidad política y cultural propia y diferenciada. Una vez más, aparece la libertad como el instrumento necesario para la supervivencia, no sólo de individuos sino también de pueblos y naciones.

En el caso de Europa, que no es diferente del que se plantea en otras partes del mundo, su actual construcción a partir de Estados aboca a la formación de un Estado Único, es decir, una dictadura de carácter militar que abarque todo su territorio.

Lo mismo ocurre con la actual Sociedad de Naciones, la ONU, que no es viable precisamente por estar constituida por Estados, lo que constituye un premeditado engaño, el utilizar como sinónimos los conceptos de Nación y Estado. En cualquier caso, también está orientada, a pesar de sus proclamas, a una concentración de poder dictatorial con el establecimiento y desarrollo de diferentes organizaciones supraestatales que todos conocemos.

Sirva como ejemplo de toda esta confusión el caso catalán. Pero aquellos que piensan en términos de creación de un nuevo Estado dentro de la Unión Europea (UE) se equivocan rotundamente, pues, como hemos comentado, la actual UE, formada por Estados, sólo es posible mantenerla con mayores cotas de dominación y pérdida de libertades. Sin embargo, ésta parece ser la opción, por falta de otras miras, a la que aspira la mayor parte de los actuales dirigentes políticos independentistas de la sociedad catalana.

Una segunda opción, hoy por hoy minoritaria, dirige sus esfuerzos a crear una Europa de los Pueblos (EdP) en la que tendrían lugar los pueblos/naciones europeas todavía existentes, pero eso debería ocurrir sin los Estados.  De hecho, ya fue planteada, y por supuesto abortada, cuando se abordó la creación de la actual Unión Europea. Se trata de algo ajeno al actual sistema estado-capitalista que, como ya hemos comentado, intenta crear un Estado único, paneuropeo.

La tercera opción, aunque muy minoritariamente considerada, de la independencia de Cataluña tanto del Estado español como de la Unión Europea, tampoco parece probable, más aun teniendo en cuenta su natalidad, una de las más bajas del mundo, y que el recurso a la inmigración tiene los días contados. En realidad, cualquier intento de diferenciar lo catalán, mantener su identidad como pueblo/nación, sin hacer desaparecer el actual marco del estado-capitalismo resulta un imposible, como ha ocurrido y ocurre con otras naciones existentes en Europa y otras partes del mundo.

Lo cierto es que esta caída de la natalidad en general, precipitada a su vez con manipulaciones tales como las que se están dando en el presente con todo lo referente a la “pandemia del coronavirus”, presagia uno de los finales civilizatorios más indeseables, el de una larga confrontación, entre los Estados por los recursos humanos desde el exterior, ya que en general los países ricos, cada vez más, carecen de los mismos.  

Sólo una revolución de carácter integral que ponga fin a la existencia de los Estados, puede dar paso a la libertad de pueblos o naciones, pero también a la supervivencia de la especie humana en general. Como afirma FRM, debido a la caída drástica de la natalidad, el porvenir de la Humanidad tiene varias opciones. La primera de ellas, la creación de sociedades inhumanas)descritas por diferentes autores (2), En segundo lugar, una posible nueva guerra mundial en la constante  dominación de unos Estados sobre otros en busca de recursos escasos, entre ellos la mano de obra humana. Y como tercera opción, una verdadera Transformación Integral del ser humano, una revolución que ponga fin al actual estado de cosas que, como ocurrió con el colapso final del Imperio Romano, dé paso a nuevas realidades de carácter político y social, en este caso nuevas organizaciones de pueblos libres que se rijan por democracia directa, asamblearia, y gestionen y compartan adecuadamente sus territorios evitando así la continuidad del militarismo.

Se trata no sólo de acabar con los Estados, sino de evitar su aparición de nuevo, como desgraciadamente ocurrió al final de la Alta Edad Media, cuando con su crecimiento dieron al traste con la existencia de sociedades libres formadas en el interior y los límites del decadente Imperio Romano.

El intento de mantener la actual organización de la Humanidad en Estados es algo incompatible con la posibilidad de tener un número apropiado de habitantes sobre el planeta Tierra. Han sido los pueblos autogestionados, independientes, comunidades humanas autónomas dueñas de su propia natalidad quienes han hecho esto posible en los territorios donde se han ubicado a lo largo de la Historia. Se trata del modelo a seguir en una nueva organización de lo político y lo social, aunque no copiando de forma rígida modelos anteriores, puesto que la distancia que nos separa de ellos en el tiempo es importante y las circunstancias diferentes, pero siguiendo aquellas orientaciones que hemos comentado, para la creación de una democracia de base, popular, asamblearia y directa.  

El actual estado-capitalismo, definitivamente, ha puesto las bases para el grave colapso natalicio que se avecina, lo que a su vez augura su final.  Un sistema que ha llegado a ser profundamente inhumano, gobernado a nivel mundial por organizaciones tales como la ONU, el FMI, la OMS, el BM, etc., así como por demenciales alianzas militares. El ser humano actual está organizado según leyes ajenas a la propia Naturaleza. En consecuencia, dado que se trata de la única solución que se atisba en el horizonte, debemos todos, mujeres y hombres, trabajar en una transformación revolucionaria global de la actual realidad política y social, dejando al margen reformas parciales que no conducen a nada.  El problema que se nos plantea en la actual sociedad desigual y esquizofrénica, gira en torno a nuestra capacidad e inteligencia para hacer este cambio revolucionario sin que se provoque un cataclismo de consecuencias irreparables. No es difícil observar, a pesar de los numerosos intentos por esconderlo, en el momento presente, una escalada militarista aberrante, irracional, absurda, abocada a un final sin fin, valga el juego de palabras, así como a la acumulación de poder todavía más estremecedora e inhumana. Un caos.

Hay que tener en cuenta, además, que resulta muy difícil de interpretar el verdadero valor para el ser humano, en lo particular y en lo social, de todas y cada una de las tecnologías creadas en el actual marco de la sociedad de la dominación. La creencia de que el desarrollo de la ciencia y la tecnología nos salvará, resulta falsa. De hecho, la ciencia y la tecnología se pueden sustentar y desarrollar sobre cualquier escala de valores.  Pero nosotros buscamos una escala de valores que fundamente una sociedad en la que sus miembros, para sobrevivir, no tengan que renunciar a ese sentimiento tan básico como es el AMOR.

RAFAEL RODRIGO NAVARRO 2021

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(1)              (1) No es algo nuevo lo que ocurre con la palabra “Patriarcado”. Resulta a todas luces infantil utilizar conceptos del pasado, cambiando su significado, algo propio de cualquier “neolengua” que se precie, con miras al mantenimiento del poder. Se obvia y desvía la atención sobre el verdadero problema consistente en que una minoría, de ambos sexos y cualquier raza, nos manipule a través de los medios de comunicación de  su  exclusiva propiedad. Como seres humanos dotados de inteligencia tenemos la obligación de no colaborar con quienes, con este tipo de  engaños, tratan de perpetuar la sociedad de la dominación.

                 El concepto “patriarcal” se presta a desviar la atención sobre quienes realmente en la actualidad son responsables del abuso de poder: una clase dominante de hombres y mujeres en torno a la estructura del Estado. Un problema desenfocado se convierte en irresoluble. Hablar en términos absolutos de mujeres u hombres, de negros o blancos, calificar a las personas por el sexo o la raza, se convierte en una falacia de nefastas consecuencias. Definitivamente, estamos ante una estrategia de confusión a través de lenguaje. Un claro ejemplo, la Ley Integral sobre la Violencia de Género que se aplica en España es de carácter totalitario, injusta, discriminatoria y antiética, causante de un mal social inmenso, entre ellos el incremento en muerte de mujeres. Legislación que han evitado otros países de nuestro entorno europeo, lo que no quiere decir que en esos países no se estén utilizando estratagemas varias para manipular el concepto de lo individual y social, en este y otros temas.

        Al estar los medios de comunicación casi en su totalidad en manos de minorías poderhabientes, una “neolengua” con sus cambios de significantes y significados adquiere dimensiones espeluznantes.

(2    (2)  ES probable que a finales de éste siglo o a inicios del próximo siglo XXII se produzca, si no lo evita una revolución integral transformadora de la sociedad humana, una natalidad tecnologizada y separada de la estructura familiar. Algo que atisbó A. Huxley en su libro: Un mundo Feliz, o George Orwell  en 1984”, pero  también,   como expone hoy día con claridad y directamente Félix Rodrigo Mora en su obra “El poder y triunfo del Estado” y el libro que comentamos.  Lo que se muestra aquí es el desvarío del ser humano, cuando pretende sustituir a la Naturaleza. Un aviso más de los muchos que se están dando en la actualidad por parte de otros muchos pensadores.

 CITAS DEL LIBRO “ERÓTICA CREADORA DE VIDA. PROPUESTAS ANTE LA CRISIS DEMOGRÁFICA.” FÉLIX RODRIGO MORA

Nos situamos cada vez más lejos de los 2.1 hijos que se necesita para el mantenimiento de la población y , conforme a las genocidas políticas gubernamentales implementadas por la izquierda y la derecha, nos dirigimos hacia los cero nacimientos en sólo 10 años, exactamente a los 0,1/00 hijos por mujer, lo que es un exterminio total, algo espantoso. (ECV.PACD pág. 15)

La ocultación de los datos y de realidades categóricas es un procedimiento habitual (EVC.PACD           pág.18)

La soberanía demográfica es hoy una parte decisiva de la soberanía popular de cada pueblo y cada país.  Los países del Norte han de autoabastecerse de mano de obra, sin sustraerla al Sur. (EVC.PACD pág. 27)

Sólo en un segundo momento, cuando ya no queden en todo el planeta personas suficientes a las que rapiñar, pasarían a promover la natalidad interior con granjas de crianza de seres ¿humanos? en las que cientos de mujeres esclavas serán inseminadas cada año para parir criaturas aparentemente humanas, pero en realidad monstruos dignos de compasión (EVC-PACD pág. 28) EV

Hay experiencias históricas probatorias de que por sí mismos los pueblos se autorregulan demográficamente sin incurrir en excesos ni en déficits. (EVC-PACD pág. 29)

La recuperación de una fertilidad social pujante, que impida el fallecimiento prematuro (el exterminio de facto) en condiciones aterradoras de cientos e incluso de miles de millones de personas (probablemente de unos 7000 millones) durante lo que queda de siglo en todo el planeta, tiene que ser un movimiento popular, no particular y no partidista, un actuar revolucionario y no un implorar, estéril e inútil a las autoridades (EVC-PACD pág. 30)

 

martes, 6 de abril de 2021

 

SUPERPOBLACIÓN O CRISIS NATALICIA

Reflexiones a partir del libro Erótica Creadora de vida de Félix Rodrigo Mora

 

En un mundo superpoblado, en el que la naturaleza a su vez está sobreexplotada, señalar que se está creando un grave problema como consecuencia de los bajos índices de natalidad a los que se está llegando en casi todo el orbe y de manera especial en Europa, resulta, cuando menos, una afirmación extraña, difícil de entender.

Por el contrario, los medios de comunicación, siguiendo directrices de quienes los poseen, alardean de dicho control sobre la natalidad, ya que, como exponen en sus páginas, su caída resulta una bendición para la raza humana y también para conservación de la naturaleza. Las políticas de las oligarquías mandantes en el mundo en que vivimos, han implantado de manera sórdida políticas de reducción drástica de la natalidad faltas de ética, muchas de ella secretas, en aquellas partes del mundo que ha convenido a sus intereses.  De hecho, el actual sistema de organización social y laboral denominado de manera genérica “estato-capitalismo” (1), en el que vivimos, hace imposible que se pueda procrear sin entrar en conflicto con el propio sistema.

Con ello no queremos dar a entender que no sea inteligente el control de la natalidad en sí mismo, sino la manera de llevarlo a cabo desde perspectivas básicamente inhumanas, en la que prevalecen motivaciones ajenas a la verdadera convivencia amorosa entre seres humanos, tales como la búsqueda prioritaria y a veces exclusiva del mayor rendimiento del capital. O lo que es lo mismo, la más rastrera explotación humana por parte de quienes fabrican el dinero en moneda circulante y detentan el capital.

El mantenimiento de una economía estato-capitalista en la que la fabricación, posesión y utilización del capital, instrumento por otro lado imprescindible y necesario para el intercambio de bienes y servicios entre los seres humanos, está en manos de monopolios privados, no es precisamente la más idónea para un correcto desenlace de relaciones amorosas entre seres vivos, diversos e iguales al mismo tiempo, siguiendo criterios naturales.   

De hecho, tanto la producción como el intercambio de bienes podrían seguir criterios políticos y organizativos en los que los beneficios del capital se repartieran con eficacia siguiendo planteamientos racionales de igualdad. Esto es lo que se predica, como no puede ser de otra manera, pero no se ejecuta en el sistema económico en el que desgraciadamente estamos inmersos.  Por ello, para unos estamos irremediablemente abocados al final de la “moderna” civilización en la que vivimos, y para otros, esperemos que se equivoquen, al final de la especie humana como consecuencia de haberse orientado hacia formas antinaturales en su modo de entender la supervivencia.

Lo característico del actual sistema económico y político es la falta de la necesaria convivencia en equilibrio e igualdad entre sus miembros. Igualdad compatible con la diversidad, pero no con la sumisión de unos seres humanos por aquellos otros que detentan el poder y ejercen la dominación. En la práctica, psicópatas que han necesitado y necesitan sacrificar formas de vida mucho más convivenciales que han existido y siguen existiendo en el presente, por desgracia, de forma residual, cuya estructura social y desarrollo personal son radicalmente diferentes de la actual dinámica de la sociedad capitalista de la dominación.

Lo cierto es que, a pesar de las enormes posibilidades tecnológicas con las que cuenta la humanidad en la actualidad, en forma de sofisticados laboratorios, obedientes sistemas sanitarios, y clínicas para la “mejora” de la fertilidad y la maternidad, la falta en el sistema de la necesaria concurrencia del amor en las relaciones humanas, las convierte en un componente más de la presente decadencia de la raza humana, en general. 

Hace tiempo que las ricas y poderosas oligarquías mundiales que planificaron, y ejecutan aquellas medidas que consideraron acordes con sus intereses de dominación, están a su vez asustadas, pues el actual desplome de la natalidad, y el que se producirá inevitablemente de forma dramática en los próximos lustros, les obliga a revisar  constantemente sus previsiones e intentar rediseñar nuevos planes para no perder el control que no siempre atisban a ver para poseer, con claridad.  Nuevas correlaciones de fuerza están configurando el mapa industrial y político en cada uno de los cinco continentes, de manera que poco o nada tendrá que ver con lo que ahora conocemos.

Por tanto, no nos queda otro remedio si no queremos seguir perdiendo cotas de libertad que elaborar nuestros propios análisis desde parámetros ajenos a los que han trazado y trazan en la actualidad las oligarquías mandantes desde sus organizaciones internacionales y sus gobiernos estatales.    

Las concentraciones en megaciudades y sus consiguientes colapsos natalicios no son algo nuevo en la historia de la humanidad. De hecho, responden a una dinámica propia en el nacimiento, desarrollo y muerte de los numerosos imperios habidos a lo largo de la historia. De manera especial, a su forma de entender la propiedad privada y a veces colectiva, sobre los bienes de la naturaleza, por la fuerza, mediante ejércitos mercenarios y sus correspondientes justificaciones legales.

El hecho de que en la actualidad el fenómeno del imperialismo se haya hecho universal, y haya cambiado su nombre por el de “estato-capitalismo”, no debe impedir darnos cuenta que estamos ante el final de un ciclo y el nacimiento de otro. Evidentemente cada momento histórico tiene su dinámica. La actual responde a un tiempo a patrones clásicos y modernos, dado el impresionante desarrollo de la tecnología que ha tenido lugar en estos últimos siglos.

Sin embargo, las novedades habidas en la forma de construir ciudades, gestionar la política y enfrentarse los Estados entre sí, no garantizan un final diferente al del resto de los imperios habidos a lo largo de la historia: su autodestrucción.  A su vez, su sustitución por otro u otros con cariz semejante se dará si la escala de valores sobre la que se construya la nueva convivencia no cambia radicalmente respondiendo a designios realmente humanos, por tanto, acordes con la naturaleza.

Basta conocer los datos que ofrece Félix Rodrigo Mora ( FRM)  sobre la despoblación acaecida durante la caída de algunos de los últimos imperios, por ejemplo, el romano, para dar credibilidad a la afirmación sobre el colapso natalista que se avecina en todo el globo terráqueo.  Recordemos que sólo la ciudad de Roma pasó de tener 800.000 habitantes en el siglo IV a apenas a 30.000 en el siglo VIII. Sin esta caída dramática de la natalidad en las ciudades romanas, aparte de la huida de sus habitantes hacia los lindes o las fronteras del imperio en busca de libertad y autogestión en sus vidas, no entenderíamos su desaparición y sustitución, del en otro tiempo poderosísimo imperio romano, por otros imperios, dentro de lo que fue su territorio, de la mano de reyezuelos y caudillos y que habían recibido el genérico calificativo de “bárbaros”.

También sabemos que además de las sociedades militarizadas, surgidas o establecidas en el interior del antiguo imperio romano que intentaban reproducir esquemas políticos y sistemas legales semejantes a los de los romanos, como por ejemplo los visigodos, hubo numerosos intentos en toda Europa por crear formas de vida diferentes, con relaciones sociales más equilibradas y respetuosas con la persona humana, realmente democráticas, a su vez igualitarias y diversas, es decir, amorosas.

Efectivamente, lo que el concepto de democracia encierra, antes de ser modificado por una neo-lengua al servicio del poder, es el de un crecimiento armónico del pueblo, lo que sólo es posible con la elección directa de sus gestores y representantes encargados a su vez de llevar la palabra, lo acordado en las asambleas de base, a instancias mayores:  aldeas, municipios u otras organizaciones territoriales más amplias. Nunca un “cheque en blanco” que posibilite, como ocurre en la actualidad, un quehacer diferente y contrario a la autogestión del pueblo.  

Estas vivencias de carácter social realmente humanas, como también existen en la actualidad, han sido y son poco documentadas.  Por el contrario, las estructuras jerárquicas de carácter imperial han acabado por dominar, en el pasado y en el presente el panorama político europeo y mundial, debido a su “eficaz” empleo de la escritura a la hora de documentar y dar por válidas todo tipo de aberraciones de carácter social, político y militar y sus nefastas consecuencias contra la sana convivencia entre seres humanos.

Pero aquellas comunidades de vida igualitarias surgidas, con gran esfuerzo, a partir de la nefasta experiencia de esclavitud y crueldad, especialmente del periodo de decadencia del imperio romano, tuvieron a su vez que resistir a Imperios nacientes y convivir con ellos durante varios siglos.  A los nuevos reyes o jefes militares, no les fue fácil destruirlas debido su organización y capacidad defensiva.  De hecho, estos tipos de enfrentamientos han sido documentados hasta mediados del siglo pasado en diferentes lugares de Europa, aunque no haya interesado convertirlos en noticia, como ocurre con los que se producen en la actualidad en varios continentes.

Experiencias de vida social en democracia e igualdad,  con sus correspondientes escalas de valores, siguen siendo un componente importante de nuestra herencia cultural europea y por ello atacadas constantemente.

De hecho, aquellas sociedades humanas de inspiración igualitaria, creadoras de regímenes comunales, que convivieron durante siglos con la iniciativa privada dentro de unos límites, sufrieron ataques constantes por parte de los Estados nacientes a partir de los siglos XIII y XIV hasta nuestros días, como bien explica FRM en su libro “Investigación sobre la II República española, 1931-1936 “(2). 

Es sobre la base de un intento de sobrevivir frente al Estado, siguiendo a este autor, como hay que interpretar y comprender la última contienda militar, el sangriento enfrentamiento habido en la península ibérica entre un pueblo, todavía fiel a sus formas de vida horizontales e igualitarias, y las oligarquías civiles y militares que conformaban y conforman el Estado, y nada tienen que ver con el pueblo.

Podemos por tanto afirmar que la catástrofe natalicia que se avecina, hecho constatable en la actualidad y que lo será de forma dramática en un futuro más o menos próximo, es una consecuencia más de la desigualdad propia de una sociedad cuya escala de valores gira en torno al poder del dinero, consecuentemente económico y militar, en lugar del intento por mejorar las relaciones amorosas entre los seres humanos.

El presente estado de cosas es inequívocamente el de un Imperio en decadencia, si bien como ya hemos comentado, de alcance global.  Lo que nos lleva a pensar que, de no abrirse un periodo revolucionario global, su sustitución por otro igualmente destructor, es lo previsible.  

Por el contrario, puesto que el ser humano es por naturaleza un ser tendente a la libertad, la actual crisis puede dar paso a sociedades convivenciales, regidas por escalas de valores diferentes, en las que el amor a la infancia constituya uno de sus ejes fundamentales. Como señala FRM el sentimiento amoroso hacia los neo-natos fundamenta otros tipos de relación amorosa que puedan darse con posterioridad entre adultos. (3)

Son muchos los autores que hablan de decadencia biológica, y no sólo cultural, de los individuos, hombres y mujeres, en la fase terminal de la caída de un Imperio. Con ello no se afirma otra cosa que no sea la inexorable unidad entre lo psíquico, lo social, y lo biológico. Cuando se nace, se crece y se muere, en sociedades “rebaño”, profundamente domesticadas, la dominación tiene su límite en el límite de lo humano.  

Las comunidades de vida y gobierno autónomo, libres, que algunos escritores hacen sinónimo de pueblo o pueblos, fueron capaces de compartir territorios (aprovechamiento de bosques, caza, saltos de agua, pastos, manantiales y ríos, etc.) así como de organizar estructuras de defensa autónomas y comunes a todos. Lo más inteligente fue, y sigue siendo en la actualidad, la cooperación. Para ello es condición necesaria que desaparezca por completo la carrera de armamentos. Las milicias son las primeras obligadas a participar de un mismo y necesario equilibrio de fuerzas.

La irracional y devastadora carrera de armamentos que existe en la actualidad es muestra inequívoca del caótico final que espera a una organización social basada en Estados, sociedades excluyentes en la manera de entender la defensa. Sociedades incapaces de compartir territorios y por tanto inevitablemente abocadas a la guerra, en contra de lo que se afirma.

Por el contrario, gobiernos autónomos, asamblearios, populares y libres conllevan formas de defensa radicalmente diferentes, que tienen en cuenta la globalidad de la sociedad en la que se convive. Es por ello que los Estados “armados hasta los dientes”, no pueden permitir su existencia y crecimiento. Temen cualquier “fuerza” superior a la que ellos consiguen con la utilización de las armas.  Pero esta manera de proceder aboca a un círculo vicioso. 193 sociedades actuales organizadas en Estados tiene como destino la guerra ya que están conformadas sobre la contradicción de tener que defender territorios que de manera evidente pertenecen a todos los seres humanos. 

¿Hasta cuándo? 

Una sociedad igualitaria, y por tanto democrática, es aquella que no excluye el componente amoroso en su estructura y convivencia; por tanto, éste forma parte de su escala de valores. No es compatible con la acumulación de poder, armas y dinero, que impide una racional utilización del territorio.

Una sociedad organizada en Imperios, en Estados, no es ni será nunca democrática a pesar de que así se autocalifiquen. La palabra democracia figura profusamente en las denominaciones de las más abyectas dictaduras, aunque digan poseer estructuras parlamentarias.

 

Rafael Rodrigo Navarro,  2021

 

        (1)  Para la comprensión de este concepto: La Democracia y el triunfo del Estado de Félix Rodrigo Mora. Edit. Manuscritos 2010

 (2)  Investigación sobre la II República española, 1931-1936  de Félix Rodrigo Mora. Potlach Ediciciones 2016 

       (3)  Erótica Creadora de Vida. Propuestas ante la crisis demográfica de Felix Rodrigo Mora. Potlatch  Ediiones 2019