UN ARTÍCULO DE RAFAEL RODRIGO NAVARRO
Es cierto que cada ser vivo tiene su propia estrategia tanto
de supervivencia como de procreación y
es mucho lo que se podría decir sobre
ello.
Pero la presente reflexión nace tras la participación en
el ENCUENTRO SOBRE REVOLUCIÓN
INTEGRAL que tuvo lugar hace unas semanas en la Sierra del
Guadarrama, en concreto en el albergue El Colladito situado en el término
municipal de Miraflores de la Sierra. La asistencia al mismo me ha llevado a
pensar sobre estrategia, uno de los puntos programáticos a los que se ha dado
mucha importancia, como es natural.
Pienso que la elección del epígrafe de este escrito, LA
ESTRATEGIA DEL VEGETAL, se debe entre otras cosas a una doble vivencia en el
marco de este encuentro.
La primera, la
participación en una asamblea que
a mi modo de entender resultó exitosa por dos razones. En primer lugar porque
se tuvo en cuenta el principio de que debía primar el afecto sobre la racionalidad
y en segundo lugar, como consecuencia de
ello, se respetó básicamente los turnos
de palabra y se escuchó con atención, no pretendiendo ir más allá de lo que
podría dar un primer encuentro de personas
casi todas desconocidas entre sí,
de orígenes diferentes, de edades diferentes, de recorridos vitales
variados y lógicamente con puntos de vista también diferentes.
Recuerdo que pensé en más de una ocasión que lo que no
habíamos conseguido en las asambleas del 11-M, lo estábamos consiguiendo allí:
trazarnos un camino ante el deseo de cambio que
realmente fuera viable. A mi modo de entender, este primer encuentro ha
superado un primer objetivo, aunque haya
sido por un breve periodo de tres días, consistente en crear una unidad, no de criterios lo que sería contrario a la
diversidad que acabo de nombrar, sino de
afectos. Unidad que no se rompió
durante el desarrollo del encuentro, lo que no tiene un mérito menor, pues lo
más frecuente es asistir a asambleas en
las que ese individualismo exacerbado
en que nos hemos educado desde hace siglos dé al traste con la dinámica de la asamblea y que prevalezca
el hablar sobre el escuchar, es decir, lo contrario de lo que sucedió.
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