martes, 10 de julio de 2018

CUANDO LA PAZ DEVIENE EN UNA GUERRA DE EXTINCIÓN


Un artículo de Rafael Rodrigo Navarro

Nos preguntamos a menudo cómo sería una sociedad  propiamente humana. Una sociedad imperfecta por supuesto, pero mínimamente humana.  Porque  es evidente que la organización de la sociedad en la actualidad, en la mayor parte del mundo, no merece este calificativo.

Y respondemos que sociedad humana es aquella  cuya organización general, incluida la productividad económica, se rige  mediante una escala de valores en  la que la ambición del dinero no ocupa un lugar prioritario para evitar así que otros valores más importantes les estén subordinados. Sin bien no podemos negar la utilidad  del dinero como instrumento de intercambio, no es inteligente y tampoco viable socialmente que valores tales como la igualdad, la verdad, el amor fraterno, la solidaridad y la ayuda mutua,  todos ellos de imprescindible valor convivencial,  sean destruidos de forma consciente y programada a causa de su manifiesta incompatibilidad  con la desmedida ambición de acumular riquezas y poder.

Y sin embargo esto es lo que ocurre en la sociedad en que vivimos. Por ello estamos rodeados hasta lo inadmisible de engaños, crímenes y violencia.

¿Pero qué ocurre cuando una organización social  se estructura en torno a  una escala de valores diferente a la que rige el mundo llamado moderno? ¿Qué ocurre cuando frente al dinero se prioriza el respeto a la vida, el cuidado de la naturaleza, la solidaridad entre sexos, la igualdad política y económica  o  la reflexión a largo plazo  sobre la utilización de recursos materiales y humanos frente a un economicismo ciego y destructor?

Quizás  haya quien ni siquiera entienda la pregunta. ¿Quién, se dirán, sobrevive  en la actualidad practicando una escala de valores tal?  Sin  embargo basta conocer un poco  la historia de la humanidad  y reflexionar sobre lo que acontece actualmente para  poder acercarnos  a  la respuesta  en la dirección correcta.  

Acabo de leer el primer correo que me ha remitido el Comité Regional Indígena del Cauca (CRIC) al que me he suscrito recientemente tras leer  el libro  titulado  “ El movimiento de resistencia indígena en el Cauca colombiano” , escrito por Jesús Castañar Pérez.

En dicho libro se relatan muchas cosas interesantes sobre los movimientos de resistencia de los indios paéces, torotós, kokonucos y guambianos  quienes, aunque con una larga historia  a sus espaldas pues ya habitaron sus antepasados estas mismas tierras del sudoeste del actual territorio colombiano, inician  su organización política  con la que operan en la actualidad a mediados del pasado siglo XX, reinventándose en varias  ocasiones como es propio de cualquier organismo vivo de carácter social, que busca la supervivencia en un medio cambiante y  a , como en este caso, hostil. 

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